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Tradición

Vanesa da continuidad en Rosario al legado de su madre en la venta de cena

La elaboración de platillos como gorditas y tostadas, lo aprendió de su mamá, quien mantuvo el negocio durante años
25/08/2025 11:56

EL ROSARIO._ Consciente de que quedan pocas las personas que mantienen la venta de la llamada cena de mesa o dorada, para María Vanesa García Lizárraga este oficio es darle continuidad al legado culinario que bebió de las manos de su madre, la señora María Flora.

”Mi mamá fue la que empezó con este negocio hace más de 50 años, y ya pues mi amá tiene siete años de fallecida y ya yo me quedé con el negocio”, explicó.

Vanesa, como es mejor conocida, precisó que desde los 9 años empezó a ayudarle a su madre donde cada día que le ayudaba era una lección para el conocimiento de la cocina tradicional.

”Siempre me gustaba estar aquí acompañándola y yo le ayudaba desde muy pequeña siempre aquí a servir el agua, apenitas alcanzaba y ya le ayudaba, si como desde los 9 o 10 años empecé a ayudarle y me gustó el meneo este y aquí me quedé”, argumentó.

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Su satisfacción, precisó, es que en vida su progenitora decía que había heredado el sazón que a ella por años la hizo contar con un gran número de clientes.

El orgullo de continuar su legado, sostiene que la motiva a instalar su carreta en las noches en esquina de Ángel Flores y Lola Beltrán, sin quitar nada del menú que se conforma de tostadas, gorditas, lo anterior de carne, pollo deshebrado o en pieza, asado, hígado, corazón, bofe, pollo a la plaza en pieza u órdenes, tacos dorados de camarón, carne con papa.

”Es un honor seguir con todo esto que a ella le gustaba, la verdad que sí porque incluso cuando mi mamá falleció, y ya ves que siempre se dan tamales en el último día del novenario y no, dije voy a hacer algo diferente voy a hacer lo que a ella le gustaba comer y lo que ella vendía”.

Pese al dolor de la pérdida, ofreció a quienes las acompañó en el novenario tostadas de tortilla raspada de carne, esas que le encantaban a su mamá, lo cual confiesa era como darle de comer a su mamá una última vez.

Reconoció que frente a un menú global, la cocina tradicional es cada vez menos conocido pero eso no afecta su espíritu de lucha para preservar este sabor tan peculiar.

”La verdad sí (se está perdiendo), somos pocas las que vendemos este tipo de cena de mesa se le puede llamar, porque es pura fritanga, y sí, considero yo que somos muy pocas personas y que los jóvenes en la actualidad no saben apreciarlo”.

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El costo de una pieza, gordita o tostada, se encuentra en 35 pesos, debido al elevado precio de los insumos, pero recordó que hace 10 años no superaba los 12 pesos.

Sostuvo que la única vez que tuvo que dejar de “sacar”, fue durante la pandemia del Covid -19, que por siete meses tuvo que buscar el sustento en un empaque.

Así también concluyó que este oficio le ha dado la oportunidad de sostener a dos hijos además del orgullo de mantener el legado que le dejara su progenitora en lo que le resta de vida.