Si volviera a nacer, Marco quisiera vender tejuino otra vez
EL ROSARIO._ Durante 37 años, Marco Flores Astorga ha dedicado su vida a la venta de tejuino, razón por la cual sostuvo que si volviera a nacer los volvería a dedicar a este oficio.
“Pues la verdad me gusta mucho vender, a mí siempre me ha gustado, yo siempre he dicho que si yo vuelvo a nacer otra vez, yo fuera tejuinero, me gusta, me gusta a mí vender. Aparte que uno lo lleva en la sangre, conoce a mucha gente uno aquí”, dijo.
Razón por la cual, primero con una carreta y ahora modernizada con una moto, siempre ha ofrecido su bebida en la esquina de 20 de noviembre y Matamoros, con avenida Luis Donaldo Colosio, en la cabecera municipal de Rosario.
Relató además que es originario de Escuinapa, donde su madre le enseñó el oficio, y al tener una pareja en Rosario le invitó a desarrollar la actividad en esta ciudad, al referir que no había mucha competencia.
Al ser la venta de tejuinos el sustento para él y su familia, reconoció que ha significado algo muy importante en su vida.
“Para mí ha significado mucho, porque gracias a Dios me ha ido bien y con esto he sacado a la familia adelante y a mí me gusta trabajar de corazón”, indicó.
Explicó que todos los días trabaja, de lunes a domingo, al ser el único ingreso para el sustento familiar, preparando la bebida cada día para salir a las 6:00 horas y llegar al punto a las 10:00 horas e iniciar la venta.
No obstante que no sólo es salir vender el tejuino, sino todo un proceso detrás del concentrado que lleva al menos tres días para su fermentación, e inicia con poner el maíz a reventar, molerse, entre otras cosas.
Sobre sus precios al día ofrece 70 litros, mientras que el domingo aumenta al menos 30 litros más, con precios por litro de 50 pesos, medio 30 y el vaso 20 pesos.
Sobre las ventas, destacó que si bien le favorece el tiempo de calor, sus mejores ventas son en diciembre con el periodo vacacional donde los vecinos que radican fuera regresan a su tierra y buscan el tejuino.
Así también, recordó que a su madre, Tomasa Chávez, el oficio se lo enseñó su padrastro, y al pasar a sus manos ya se ha encargado de pasarlo por el momento a dos de sus hijos.
“Yo les comento que se enseñen para que la tradición no se pierda pues y continúe el sabor”, argumentó.
Concluyó además que su mayor satisfacción es que cuenta con clientes de años, ya que prueban la bebida creada por sus manos y regresan.