Juan Carlos dio la vida por su familia: un año sin justicia por su asesinato en los departamentos Clamont
CULIACÁN._ “Tu papá te quiso mucho y te va a cuidar desde el cielo”.
Palabras cargadas de dolor reprimido que, a oídos ajenos, sonarían a cliché, pero para la hija de Juan Carlos Sánchez serán el mantra que la acompañe el resto de su vida.
Tenía apenas 9 meses cuando asesinaron a su papá. No lo recuerda, pero su padre perdió la vida al tratar de protegerla del fuego maldito de la guerra del narco que apenas iniciaba en Sinaloa.
Era sábado 21 de septiembre de 2024 y, muy temprano, habían asesinado a cinco hombres en la salida sur de Culiacán; los abandonaron con mensajes crípticos junto a la carretera.

Horas después, el infierno cayó sobre el sector Tres Ríos. Un enfrentamiento entre presuntos delincuentes y militares desató una larga balacera que mantuvo a Culiacán paralizado. Los que pasaban por la zona vieron todo en primera fila; los demás, a través de transmisiones en vivo de reporteros en el lugar.
Los testigos murmuraban que “los murciélagos” llegaron “partiendo madres” y rápidamente se comenzaron a compartir fotografías de estos elementos del Cuerpo de Fuerzas Especiales del Ejército Mexicano desplegados en los departamentos Clamont, frente a la plaza Cuatro Ríos.
Una fuerza de élite totalmente desproporcionada para operar en zonas residenciales, o al menos eso se pensaba en la todavía temprana guerra de la fractura del Cártel de Sinaloa. También se desplegaron elementos de la Policía Estatal y, de manera desordenada, oficiales municipales rondaban la zona.

La información extraoficial decía que Humberto Figueroa, alias “La Perris”, participó en el enfrentamiento y luego se fugó de la zona; sin embargo, nunca hubo confirmación oficial de dicha versión. Meses después, el presunto criminal fue abatido por elementos federales en Navolato.
Ahí, entre el aroma a pólvora, granadas, policías temblorosos y gas lacrimógeno, fue que, según el relato de la familia de Juan Carlos, dos presuntos delincuentes se refugiaron en el departamento de su familia mientras las autoridades los buscaban y disparaban desde la distancia.
Juan Carlos, su hija y su esposa estuvieron cautivos hasta que los pistoleros huyeron de las autoridades. Fue entonces, cegado por el gas, que él salió a pedir ayuda para su bebé; después ya no se supo más de él.

‘Era gobierno quien estaba ahí’
En la zona se veían tres cuerpos apilados y custodiados por elementos de seguridad de Sinaloa. La cronología de los hechos es nebulosa y se desconoce bajo qué circunstancias murió Juan Carlos, pero su familia asegura que el contacto directo fue con autoridades de seguridad.
“Desconocemos quién le hizo daño, sabemos que era gobierno quien estaba en la zona, pero desconocemos quién de ellos fue, quién lo hirió y hasta qué punto le dieron atención médica o si su herida era tan fatal”, dijo Rafael.
Su cuerpo tenía al menos un impacto de bala en la pierna, posible causa de muerte por desangramiento, e indicios de rústicos primeros auxilios revelan que, quien sea que lo atacó, intentó enmendar su error.

Su esposa e hija ya estaban a salvo siendo atendidas en hospitales de la ciudad, pero nadie sabía nada de Juan Carlos. Rafael cuenta que intentó entrar a la zona de conflicto, pero las autoridades le negaron el paso. Después, cuando pudo acceder, unos oficiales le mostraron una fotografía de su hermano sin vida junto a otros cadáveres; entró en shock y se rehusó a creerlo.
Los agentes le dijeron que su hermano ya estaba en el Semefo. Rafael se fue para allá con el corazón apachurrado por la inminencia del reconocimiento, pero al llegar negaron que Juan Carlos hubiera ingresado. Alguien mentía y Rafael tenía que lidiar con la burocracia, el dolor y la incertidumbre de matizar la terrible noticia a su familia con la esperanza de que todo fuera un error, pero no lo fue.
“Nunca habíamos imaginado que algo así nos fuera a suceder a nosotros. Uno trabaja diariamente de manera legal y esto es una pesadilla que, lamentablemente, estamos viviendo”, comentó Rafael.

Gobierno malabareando con las víctimas
Horas después, tras una marea de desinformación y videos virales que documentaron un claro operativo fallido, el Gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, se refirió a Juan Carlos como un “civil agresor” abatido, derivado del operativo. Estas declaraciones originaron repudio de amigos y familiares de Juan Carlos, quienes se manifestaron en redes sociales para esclarecer los hechos.
En los días posteriores, Rocha Moya reculó y se refirió al hecho como una presunta víctima colateral, sin ahondar más en lo enrarecido del caso ni en cómo la familia buscaba explicaciones del asesinato. Sus palabras fueron medidas y disparadas lentamente, como si temiera enlodarse todavía más.

La familia de Juan Carlos busca justicia para su nombre. Rafael dice que asumió el rol de “vocero” para no exponer a sus padres ni a su cuñada al escrutinio público.
“Quiero mantenerlo vivo, limpiar su nombre, eso es muy importante. Yo sé que la gente que lo conoció sabe que era buena persona, que fue un trabajador, emprendedor, maestro y excelente padre”.
Rafael, cansado de sufrir en silencio, busca entre sus ánimos una frase que resuma la lucha que libra por su hermano. Mira su celular, donde el fondo de pantalla muestra una fotografía junto a Juan Carlos en un concierto, y su mirada se pierde en la nostalgia.
“Quiero limpiar su nombre, quiero que en algún momento el gobierno reconozca que se equivocó, que lo mencionaron como sicario y que tampoco es un daño colateral. Fue un operativo que terminó en su muerte cuando él solo salió a pedir ayuda. Quiero que alguien se haga responsable por lo que le hicieron”, concluyó.