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Construcción de presas en Sinaloa ha desplazado a más de 4 mil familias, expone investigador

El primer caso de desplazamiento forzado data del proyecto de la Presa Sanalona en Culiacán en 1945, y hasta el último reacomodo obligado por la Presa Santa María, los pobladores han tenido que concentrarse en 18 comunidades, revela docente de la UAS
03/09/2025 17:13

La construcción de las 13 presas que existen en Sinaloa han forzado el desplazamiento de 4 mil 744 familias de sus comunidades de origen, expuso el docente e investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Omar Mancera González.

El profesor de la Escuela de Ciencias Antropológicas, autor del libro “Etnografía de la relocalización. Impactos socioambientales y empoderamiento pacifista en comunidades desplazadas por la construcción de presas”, recogió en su obra que todas esas familias tuvieron que reacomodarse en 18 comunidades, lo cual provocó hacinamiento.

Ello, dijo, contrastó con el número de 201 asentamientos que fueron inundados u ocupados por los terrenos de lo que ahora son las presas.

“Aunque las presas inundaron más de 200 pueblos, la realidad es que sus pobladores fueron hacinados en solo 18 nuevas localidades. Lo que hizo esta investigación es visibilizar a todas estas personas y pueblos desplazadas y relocalizadas porque no existe ningún registro oficial; la Conagua, el Gobierno del Estado, el Archivo Histórico del Agua y otras instancias tienen registros dispersos, inconexos e imprecisos. No se tiene un registro general, oficial y confiable, sobre lo ocurrido con los desplazamientos por presas en Sinaloa, y nosotros lo hicimos”, compartió.

Los registros abarcan desde el primer desplazamiento forzado por el proyecto de la Presa Sanalona en Culiacán, en 1945, hasta las movilizaciones ocasionadas en 2023 por la construcción de la Presa Santa María en el municipio de Rosario.

Además de la pérdida de sus hogares, evidenció que estos desplazamientos dejaron afectaciones psicológicas y emocionales en las personas perjudicadas, ya que se presentaron casos de alto estrés, una alta morbilidad y mortalidad, perdiendo también su autonomía y gran parte de su patrimonio cultural.

“Estos pueblos tuvieron grandes pérdidas en materia cultural y productiva, perdieron su independencia económica porque tenían sus propias parcelas, tierras fértiles que les daban autosuficiencia de sustento e incluso para la venta de sus productos, contrario a las tierras infértiles que les dieron como compensación al ser reubicados”, aseveró Mancera González.

Tras ser removidas de sus lugares de origen, puntualizó, estas familias fueron reacomodadas en sitios donde no tenían servicio de agua potable, además de que tampoco se vieron beneficiaron con el agua almacenada en las cuencas, ya que el 95 por ciento de este recurso se dirigió al sector agrícola.