Siempre nos encontramos con sorpresas desagradables, cuando menos esperaba me topo con las declaraciones del Subsecretario de Educación Superior, de la Secretaria de Educación Pública, Ricardo Villanueva Lomelí, atentando contra los derechos de los trabajadores jubilados de la UAS. Sus declaraciones son las clásicas de un neoliberal trasnochado, se ve a leguas que tiene una formación priista, por lo visto ese es su partido político de origen.
Las palabras de ese personaje contra los derechos de los jubilados son intolerables, no podemos consentirlas y dejarlas pasar como normales. Caen como anillo al dedo a los directivos de la administración de la UAS que, con salidas burocráticas, pretenden escamotear derechos laborales conquistados tras largas luchas y plasmados en el Contrato Colectivo de Trabajo.
Los trabajadores jubilados de la UAS van a defender sus legítimos derechos en las instancias que sean necesarias, ni un paso atrás en la defensa de sus salarios. El hecho de que las direcciones de los sindicatos académicos y administrativos se hayan entregado incondicionalmente como acólitos de la administración, no será un impedimento para que los jubilados eviten que sus derechos laborales sean vulnerados, los van defender como lo más preciado que tienen en la vida.
La distorsión económica en la UAS no viene de los jubilados, a los que se les debe el haber sostenido en alto el prestigio académico y administrativo de la UAS en sus mejores tiempos. Viene, principalmente, de la opacidad con que la administración de la UAS maneja los recursos, el dispendio en los gastos a sobreprecios, comprobados por las propias auditorías internas y, sobre todo, al excesivo aumento de plazas del personal de confianza y no se diga a los sueldos estratosféricos que gana la “casta dorada” de la burocracia universitaria. Si se habla de distorsiones “estructurales” de las finanzas universitarias, los cambios y ajustes deberían empezar por esas desviaciones señaladas, que han sido la tónica de la UAS desde el arribo del cuenismo.
Recuerdo los tiempos en que la universidad rosalina tenía un gran prestigio académico y ético, pues se manejaba con transparencia. Durante la administración del Rector Marco César García Salcido, la Tesorería de esa administración, rigurosamente, cada 15 días, publicaba una gaceta, donde se informaba con detalle las entradas y salidas que operaba la institución en los distintos rubros. Señalo esta responsable acción de informar, a los universitarios y a la sociedad en general, que implementó el maestro Marco César García Salcido en su rectorado, como un ejemplo que deberían emular las autoridades universitarias correspondientes.
Aunque la actual administración logre, eventualmente, algunas componendas con funcionarios secundarios del actual régimen, ni crean que van a doblar la dignidad de los trabajadores jubilados de la institución rosalina. Los trabajadores tienen mucha tela de donde cortar para alcanzar justicia en sus justas demandas en defensa de sus derechos laborales, pactados además con la institución y consignados en su contrato colectivo.
Confían, además, en que en el País soplan vientos a favor de los trabajadores. Ya se acabaron para siempre los atropellos criminales en contra de los trabajadores, como el que llevó a cabo el gobierno espurio de Felipe Calderón, que de un día para otro dejó sin plazas de trabajo y salarios a 40 mil trabajadores electricistas en la Ciudad de México. Esa época de atropellos laborales, de borrar las conquistas ganadas por los trabajadores, eso jamás volverá.
Hoy decimos convencidos que son nuevos tiempos, de respeto irrestricto de los derechos laborales, de libertades y democracia sindical. Si aún hay rémoras, personeros del pasado que quieren atentar contra los derechos laborales, se van a topar con una sólida y cada vez más consciente lucha de los trabajadores en defensa de sus legítimos derechos.
Con base a lo anterior, subrayamos: los derechos de los jubilados están a salvo y pronto la institución rosalina tendrá que resolver el atraso en el pago de las primas que están pendientes de cubrir y tendrá que reestructurar sus finanzas cortando privilegios. La administración deberá buscar recortar recursos en otros renglones, pero nunca jamás afectar los sagrados derechos laborales de activos y jubilados.
Los académicos, trabajadores y estudiantes universitarios exigen prácticas de transparencia en el manejo del subsidio de la institución universitaria, esto es ineludible.