Proteger los océanos para asegurar nuestro futuro

Atarraya
12/09/2025 04:00
    En Oceana tuvimos la fortuna de poder realizar una expedición a un lugar maravilloso, Bajos del Norte, a casi 200 kilómetros del puerto más cercano, Progreso, Yucatán. En esa expedición documentamos corales en resistencia que día con día enfrentan las amenazas derivadas del cambio climático, la pesca furtiva y el desdén de las autoridades.

    Ya sea porque ahí habitan especies en peligro o porque son primordiales para ciclos de vida como el del agua, las Áreas Naturales Protegidas (ANP) se han convertido en una herramienta básica para asegurar nuestro futuro, así como el de diversas especies de plantas y animales en este planeta.

    Pero hace unos años me encontré con el texto “Parques Revolucionarios”, de la investigadora estadounidense Emily Waklid, que me mostró otra visión. La autora señala que en México, bajo el mandato del expresidente Lázaro Cárdenas, estas áreas llamadas también parques nacionales obedecían a otro principio fundamental: el social.

    Me interesó tanto el texto que en la presentación del libro en México participé en el evento con comentarios. También reforcé mi convicción de que la protección del medio ambiente debe realizarse de la mano de las comunidades y para las comunidades.

    Esto suena muy bonito y podría parecer eslogan de cada organización ambiental en el mundo, pero la experiencia de los últimos años me ha enseñado que sobre todo se trata de una aspiración. Construir apoyo social para propuestas de protección ambiental se torna difícil cuando en la narrativa social se instala la idea de que son las comunidades quienes depredan los ecosistemas.

    Les pongo el ejemplo del mar, que ha sido mi espacio de trabajo desde hace casi una década. Pensamos que la única presión en el océano es la pesca. Pero en nuestros mares hemos visto cómo los mega desarrollos hoteleros del Caribe, las actividades petroleras en el Golfo de México, las aguas sin tratar vertidas al mar con fertilizantes para la agricultura, y el desvío y cambios en los ríos que antes nutrían las costas, han tenido efectos terribles en la salud ecosistémica marina.

    Pero es más fácil creer que dejar de comer pescado salvará a los océanos. Es más sencillo dirigir el encono y las restricciones a quienes arriesgan su vida día con día para traernos alimento de calidad a nuestra mesa.

    En Yucatán fueron los pescadores, sobre todo los ribereños, los que se unieron a la Comisión Natural de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) para crear un área de protección que permita cuidar los sitios de reproducción de tiburones y tortugas, así como de peces que se capturan como alimento tales como el mero, el huachinango, o mariscos como la langosta y el pulpo.

    En Oceana tuvimos la fortuna de poder realizar una expedición a un lugar maravilloso, Bajos del Norte, a casi 200 kilómetros del puerto más cercano, Progreso, Yucatán. En esa expedición documentamos corales en resistencia que día con día enfrentan las amenazas derivadas del cambio climático, la pesca furtiva y el desdén de las autoridades.

    En esta expedición documentamos la importancia de los sitios coralinos como lugares de reproducción y la conexión de los Bajos del Norte con Arrecife Alacranes, un Área Natural Protegida desde los años noventa que sostiene a miles de familias yucatecas, quienes dependen de su riqueza para vivir de la pesca.

    En 2024 se creó el Parque Nacional Bajos del Norte, la mayor protección posible para un área en México. Este logro nos demostró que las y los pescadores fueron los mejores aliados, porque esta área se pensó para la vida marina y para ellos también.

    Esta ANP representa la posibilidad de crear espacios para el cuidado ambiental con ganancia social. Los siguientes años serán clave para demostrar que en México podemos cuidar los océanos de la mano de las personas pescadoras y proteger la vida, en el mar y en la tierra.

    * Renata Terrazas es Directora Ejecutiva de Oceana en México.