Pocos esperaban un desenlace triunfal para las partes, la visita de Marco Rubio, Secretario de Estado de nuestro vecino país era una reunión tensa. Rubio es uno de los hombres de mayor confianza de Donal Trump.
Marco dice no hablar español sino cubano, idioma que aprendió de sus padres inmigrantes naturalizados que salieron huyendo del régimen castrista en 1956, conservador recalcitrante, legislador de carrera, ex senador de Florida y radicalmente republicano. Odia a los comunistas, tanto como “a todo enemigo de Norte América”.
En una conferencia de prensa conjunta, habló de los acuerdos con las autoridades de nuestro país. Elogió en varias ocasiones a la Presidenta Sheinbaum, enfatizó la “estrecha colaboración” entre los gobiernos de México y Estados Unidos. Lo dijo sin cortapisas: “No hay ningún gobierno que esté cooperando más con nosotros que el gobierno de México” firme sentencia que fue titular en los principales diarios.
Por primera vez, Rubio habló de lo que pasa allá, de los problemas delincuenciales que persisten de los dos lados del rio Bravo. Nosotros -los mexicanos- tenemos que colaborar con detener la migración ilegal y el tráfico de drogas. Pero Marco Rubio reconoció que ellos -los norteamericanos- deben trabajar más duro en el control de venta y adquisición de armas, que son la fuerza de los grupos criminales de México, Centroamérica y el Caribe.
Trabajo conjunto para lograr esfuerzos comunes, porque tenemos la misma amenaza y por ello se deben tener los mayores esfuerzos de primer nivel, se dijo. La Presidenta dio pormenores de los acuerdos de colaboración. Marco Rubio despejó la duda sembrada sobre la militarización: “Entre gobiernos amigos, no hay necesidad de acciones militares”, zanjando en una sola frase las intenciones de algunas y algunos legisladores del PRI y del PAN que pedían a gritos la ocupación militar de México.
En concreto se comprometieron a crear un grupo de alto nivel para darle seguimiento a los acuerdos en el combate de drogas, armas y seguridad en la frontera. Se dijo también que se mantiene un espíritu de legalidad que respeta la soberanía de ambas naciones y que en materia de investigación se dará seguimiento financiero a los flujos de recursos que mantienen las economías ilegales.
La sonrisa de Marco Rubio se dibuja en las columnas y editoriales que lo ponen como un gran operador de Trump. Desde la perspectiva electoral republicana, vino a ponernos la agenda y marcar directrices reafirmando el papel de liderazgo norteamericano en la región más próxima. Si China creía – o llegó a creer- que podía tener una esperanza de alianza en México como enclave estratégico en este continente, Rubio la enterró por completo.
Es muy temprano para hablar de sucesiones, pero los republicanos de Florida comienzan a moverse. Marco no era un santo de la devoción del Presidente, pero se lo está ganando con astucia, le está cumpliendo en la agenda encargada y mantiene ese discurso radicalizado contra Cuba, Nicaragua y Venezuela que Donald Trump adora.
El poderoso Secretario de Estado se va de México con la satisfacción del deber cumplido, con aplausos del gobierno y sus gobiernícolas, así como con la bendición de opositores como Verástegui y Téllez. Si esto fueran los toros, el joven Murrieta diría: “Gira triunfal de Rubio”, y de haber toreado en la “México” el juez le hubiera concedido las dos orejas y el rabo, sin duda, por la puerta grande lo hubieran sacado a hombros: De la Fuente, Harfuch, Ebrard, Verástegui, Anaya y Alito. “De aquí para la grande Maestro”.... Luego le seguimos.