Uno de los grandes retos de nuestro sistema educativo es lograr que los aprendizajes de niñas, niños y jóvenes no se reduzcan a la memorización de contenidos, sino que tengan aprendizajes significativos y relevantes para su vida cotidiana.
La Nueva Escuela Mexicana (NEM) coloca este desafío al centro: busca que lo que se aprende en la escuela conecte con la realidad de los estudiantes, que dialogue con sus contextos y que los forme no solo en lo académico, sino también en lo social, lo emocional y lo humano.
Desde la voz de docentes y directivos, esta intención se reconoce como un paso positivo, pero también se advierten tensiones importantes en la práctica. Algunos valoran que los contenidos aborden temas actuales, como la diversidad cultural, el uso de redes sociales o los cambios tecnológicos, porque esto permite que los estudiantes se sientan reflejados y encuentren un mayor sentido de pertenencia a su comunidad.
Ese vínculo con el entorno da relevancia a lo aprendido y fortalece la capacidad de los alumnos para reflexionar críticamente sobre su contexto.
Sin embargo, no todo es tan favorable. Otros testimonios subrayan que los contenidos resultan demasiado extensos y difíciles de cubrir con los tiempos y recursos disponibles en la mayoría de las escuelas.
En zonas rurales o marginadas, donde el acceso a herramientas digitales es limitado, el reto es aún más complicado. La contradicción entre lo que se espera enseñar y lo que realmente se puede trabajar en las aulas se convierte en un obstáculo que desgasta a los maestros y genera frustración entre los estudiantes.
En cuanto al desarrollo socioemocional, la NEM ha dado un paso que muchos consideran necesario y urgente. La formación no puede reducirse a matemáticas o lenguaje; también debe incluir la capacidad de convivir, de reconocer y manejar las emociones, y de construir relaciones sanas en un entorno que, cada vez más, exige resiliencia y empatía.
Los proyectos que promueven la convivencia y la reflexión personal han sido bien recibidos por docentes, estudiantes y familias. Sin embargo, la falta de capacitación y materiales limita su alcance.
Hay quienes reconocen que, sin preparación especializada, se sienten inseguros para abordar temas delicados, como la salud emocional o la orientación en situaciones de conflicto.
La inclusión, por su parte, ha ganado visibilidad en esta reforma. No se trata únicamente de integrar a estudiantes con barreras para el aprendizaje y la participación, sino de abrir el espectro hacia la diversidad cultural, lingüística, social y de identidad.
En los libros de texto aparecen historias, tradiciones y perspectivas antes ausentes, lo cual representa un avance hacia una educación más respetuosa y plural.
A pesar de ello, la falta de apoyos institucionales como los equipos de USAER, donde cerca del 82% de las escuelas en Sinaloa carece de estas unidades, deja a los docentes con una responsabilidad inmensa, muchas veces sin los recursos suficientes para garantizar que todos los alumnos tengan acceso real a las mismas oportunidades de aprendizaje.
En este escenario conviven los avances y las limitaciones. Por un lado, se reconoce el esfuerzo de la NEM por replantear la finalidad de la escuela, ampliando la mirada hacia una formación integral e inclusiva.
Por otro, se evidencia que las condiciones materiales y de acompañamiento docente no corresponden con la magnitud del reto. No basta con la buena voluntad de los maestros, quienes en muchos casos muestran disposición y creatividad para enfrentar la diversidad de sus aulas.
Se requiere una política pública que no se quede en el discurso, sino que provea recursos materiales, formación continua y una red de apoyo constante a las comunidades escolares.
Si de verdad queremos una escuela que enseñe a vivir en comunidad, que eduque para la inclusión y que forme ciudadanos ejemplares, es momento de que las autoridades respalden con hechos los principios de la NEM. De lo contrario, corremos el riesgo de quedarnos con un discurso ambicioso, pero sin la fuerza suficiente para transformar la vida de las y los estudiantes.