Gaznatadas en el Congreso, una larga historia

29/08/2025 04:02
    Si bien la trifulca indigna, más allá de los penosos hechos, debemos poner la mira en el mensaje de fondo. En el Senado no hay demócratas, hay políticos, hay partidos e ideologías, pero no existe la regencia de los valores democráticos en el Poder Legislativo, ni en él, ni en muchas partes se practica el respeto a las ideas diversas, la pluralidad, el consenso, la igualdad, la justicia como fin y la tolerancia, de esto último lo menos.

    Lo más fácil sería culpar a Gerardo Fernández Noroña o a Alejandro Moreno Cárdenas de provocar la trifulca en el Senado de la República hace un par de días. Empellones, bravuconadas, golpes, chiricuazos, escupitajos, amenazas de ida y vuelta, mentadas de madre y silbidos. Mismo tono y conducta la del líder nacional del PRI como del Presidente de la Cámara de Senadores. Pleito de arrabal.

    Para los furibundos no existe la solemnidad del recinto legislativo, nada sienten al entonar nuestro Himno Nacional y no muestran el mínimo de respeto en presencia de la bandera. Nos queda claro que no son hombres de Estado, son políticos de escupitajo y descontón, tanto los que mandan obnubilados y ensordecidos por el poder, y la Oposición frustrada y desfondada ante el rechazo popular que sigue sumando descalabros en la opinión pública.

    Si bien la trifulca indigna, más allá de los penosos hechos, debemos poner la mira en el mensaje de fondo. En el Senado no hay demócratas, hay políticos, hay partidos e ideologías, pero no existe la regencia de los valores democráticos en el Poder Legislativo, ni en él, ni en muchas partes se practica el respeto a las ideas diversas, la pluralidad, el consenso, la igualdad, la justicia como fin y la tolerancia, de esto último lo menos.

    Respetar la ley es dar justa participación a las minorías para que utilicen la tribuna para expresar sus opiniones. En ese sentido la mayoría no puede adueñarse ni del ágora ni del debate público, la tribuna es el espacio en donde, tanto opositores como leales al régimen pueden intervenir para la proclama libre de las ideas. Ahí Noroña se equivocó.

    Pero una injusticia no puede justificar la violencia animal, absurda y grotesca como para empujar, injuriar, golpear y escupir a los que están en contra de ti. No puedes aprovechar tu fuerza bruta para hacerla imperante de la razón. No te corresponde hacer entender a nadie con gritos y mentadas de madre.

    Pero en el baúl de los recuerdos del Poder Legislativo se guardan verdaderas joyas de la contumelia: No hace mucho en 2023, Gabriel Quadri llamó “señor” a una diputada transgénero de la bancada de Morena, lo que despertó la furia de la oprobiada y en un intento por tomar el micrófono descontó al legislador Santiago Creel. En 2020 en plena discusión de la miscelánea fiscal, varios legisladores del PAN se liaron a golpes con diputados de Morena.

    La toma de protesta del Presidente Felipe Calderón en 2006 no estuvo exenta de trifulcas y empujones. Los denominados legisladores del entonces grupo de Oposición de izquierdas y los seguidores de Andrés Manuel López Obrador pretendían impedir el acto protocolario del nuevo Mandatario, al que lo consideraban “espurio”.

    Años antes, el 10 de diciembre de 2002 la sesión del Congreso de la Unión fue interrumpida por un grupo de jinetes a caballo que rompieron las puertas de cristal del recinto para ingresar con todo y bestias. Eran los de El Barzón, un movimiento social que buscaba la extensión de pagos por los abusivos cobros de la Banca.

    Mi paisano, Rafael Oceguera Ramos -qdep- obtuvo su apodo del “Kid” precisamente por una trifulca en San Lázaro en los años 90. Cuando se tramó a golpes con el propio Maximiano Barboza, líder de El Barzón y Diputado del PRD. De lado de Barboza, Pablo Gómez y Porfirio Muñoz Ledo pedían el desafuero de Oceguera Ramos, de lado del sinaloense, Arturo Núñez y Fidel Herrera lo mismo para Barboza. El motivo de entonces fue el mismo que el de ahora, un micrófono apagado. Al final, ni desafuero para uno, ni desafuero para otro. Pan y circo, es la cíclica historia de las gaznatadas legislativas en nuestro País. Luego le seguimos.