El pasado 1 de septiembre se celebró el centésimo aniversario de la fundación del Banco de México, pilar indiscutible del sistema financiero y de la economía mexicana. Como economista, funcionario público y estudioso de la historia económica de México, selecciono y describo cinco momentos de enorme importancia en los primeros 100 años del Banco, que considero una gran lección que la historia nos ofrece sobre cómo conducir la política económica y la política monetaria, y cómo blindar la economía de decisiones políticas. A su vez, tomo esas lecciones para presentar una propuesta de reforma constitucional, a fin de garantizar la autonomía efectiva del Banco de México.
1. En 1952, don Rodrigo Gómez fue nombrado director general del Banco de México, cargo que ocupó hasta el momento de su muerte en 1970. En el periodo 1958-1970 formó mancuerna con don Antonio Ortiz Mena, quien fue Secretario de Hacienda en los sexenios de Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz. Ilustrísimos y ejemplares funcionarios, don Rodrigo y don Antonio sabían a la perfección la importancia de mantener la estabilidad de los precios como una condición necesaria para el fortalecimiento de la economía. Ello se tradujo en un manejo prudente y responsable de las finanzas públicas que, conjuntamente con una política monetaria que priorizaba el combate a la inflación, dio lugar a una etapa de alto crecimiento económico y estabilidad de precios. La tasa de crecimiento del PIB en esos años fue 6.7 por ciento en promedio, mientras que la inflación fue 2.4 por ciento.
2. De 1970 a 1982, durante los sexenios de Luis Echeverría y José López Portillo, se vivió una de las etapas más oscuras de la economía mexicana, debido a la brutal ignorancia e irresponsabilidad de ambos personajes en el manejo de la política económica (1) La gestión de ambos tuvo como común denominador la expansión del gasto y del déficit público a niveles que no tenían precedente en la historia.
Estos déficits fueron financiados principalmente con crédito externo y crédito del Banco de México, lo cual tuvo graves repercusiones en la inflación y el tipo de cambio. La enorme acumulación de deuda, sumada a tasas de inflación que llegaron a cerca de 100 por ciento en 1982, hacía imposible recuperar el crecimiento económico.
El sobreendeudamiento impondría en los años siguientes un elevado costo social y una carga fiscal excesiva para las generaciones futuras.
3. En agosto de 1993 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto por el que se reformó el artículo 28 constitucional: “El Estado tendrá un banco central que será autónomo en el ejercicio de sus funciones y en su administración. Su objetivo prioritario será procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional, fortaleciendo con ello la rectoría del desarrollo nacional que corresponde al Estado. Ninguna autoridad podrá ordenar al banco conceder financiamiento”. Con ello se protegía a la economía de decisiones políticas erróneas, por desconocer o ignorar los efectos devastadores de la inflación en la economía, tal como lo evidenció el periodo comprendido entre 1970 y 1982.
4. Desde finales de 2018, al asumir la Presidencia de México, López Obrador se convirtió en una amenaza permanente para los Órganos Constitucionalmente Autónomos, entre los que se encontraba el Banco de México. Sus ataques persistentes fueron la descalificación, la sustitución de los titulares de honestidad, capacidad y experiencia probada, y la desaparición (INAI, CRE) o absorción de algunos por parte del Gobierno federal (Coneval, Cofece). En el fondo, el objetivo era eliminar contrapesos y centralizar el poder y las decisiones en todos los ámbitos.
Afortunadamente el Banco de México sobrevivió a los embates de López Obrador; sin embargo, fue muy evidente que al no ratificar a Alejandro Díaz de León (gobernador del banco central del 1 de diciembre de 2017 al 31 de diciembre de 2021) necesitaba “proponer” al Senado a alguien afín a las ideas y objetivos del gobierno, por lo que la autonomía del Banco era cuestionable.
5. En el gobierno de Claudia Sheinbaum, considero que su opinión reciente sobre la política monetaria respecto a la necesidad de disminuir más la tasa de interés para reactivar la economía fue muy desafortunada, toda vez que genera incertidumbre y percepción de riesgo de que efectivamente la inflación deje de ser, en apego al mandato constitucional, el objetivo prioritario. El titular del Poder Ejecutivo no debe inmiscuirse en las decisiones de política monetaria.
Además, debe entenderse de una vez por todas que menores tasas de interés en este momento no tendrán efecto alguno en la inversión privada; las causas predominantes de esta contracción son, por una parte, la incertidumbre sobre la evolución de la economía y, por otra parte, la debilidad o ausencia del Estado de derecho, evidenciada por la inexistencia de facto de la división de poderes, la nula independencia del nuevo Poder Judicial para resoluciones en distintas materias y la aprobación expedita de cualquier iniciativa de ley enviada por el Ejecutivo a un Congreso sumiso, “sin cambiar una sola coma”, López Obrador dixit.
Con base en lo anterior, propongo que se modifique el artículo 28 constitucional, séptimo párrafo: “La conducción del banco estará a cargo de personas cuya designación será hecha por el Presidente de la República con la aprobación de la Cámara de Senadores o de la Comisión Permanente...”. Esto da margen para que el presidente tenga injerencia, por interpósita persona, en la conducción de la política monetaria.
Por tanto, considero que debe modificarse dicho párrafo para quedar de la siguiente manera:
“La conducción del banco estará a cargo de personas cuya designación será hecha por un Comité de Expertos, el cual estará conformado por los ex gobernadores del Banco de México y los ex secretarios de Hacienda. Los candidatos serán propuestos por los integrantes de dicho comité. La decisión final se tomará por votación”.
No descarto la posibilidad de que si continúa el enorme desequilibrio de las finanzas públicas y se incrementen en consecuencia los saldos de deuda, se elimine la prohibición de que alguna autoridad solicite financiamiento al Banco de México. Asimismo, no descarto que el Gobierno federal decida establecer el mandato dual, estabilidad de la moneda y fomento del crecimiento, no obstante que son dos objetivos incompatibles. Al respecto, cito a don Rodrigo Gómez: “si la disyuntiva fuera entre progresar velozmente o tener una moneda estable, no habría duda sobre la elección”. “La idea implícita es que la inflación no sólo tiene efectos negativos sobre la distribución del ingreso, sino que acaba por frenar la inversión y el crecimiento económico”.
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El autor es Sergio Fadl Kuri, profesor de economía en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y Experto en México, ¿cómo vamos? Tiene amplia experiencia en el sector público, la banca de desarrollo y la administración de riesgos.
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1. En alguna ocasión, durante su sexenio, Luis Echeverría declaró que las finanzas públicas se manejaban en Los Pinos.