Esponjas del Golfo de México: filtros que sostienen la vida submarina
Las esponjas marinas son probablemente de los animales más incomprendidos y subestimados del océano. Su cuerpo sin rostro ni tentáculos, y su comportamiento inmóvil, las ha hecho pasar por plantas, piedras o incluso basura marina.
Pero en realidad, las esponjas (Phylum Porifera) son el grupo de animales más antiguos del planeta que siguen presentes en la actualidad.
Y en los fondos del Golfo de México, estas criaturas son claves para el funcionamiento de los ecosistemas donde están presentes, comparables -en su papel ecológico- a los grandes árboles de un bosque.
Si las selvas tropicales “filtran el aire” y regulan el clima terrestre, los arrecifes y fondos con alta densidad de esponjas tienen un papel similar bajo el agua.
Las esponjas filtran miles de litros de agua al día por cada metro cuadrado de su superficie viva, retiran bacterias, virus, fitoplancton y materia orgánica disuelta.
Este proceso recicla nutrientes esenciales y libera materia orgánica útil para otros organismos, lo que genera un vínculo entre la columna de agua y el fondo marino.
Un estudio realizado en el Mar Caribe documentó que algunas esponjas barril (Xestospongia muta) pueden filtrar en promedio hasta 5 mil litros de agua por día. Esta capacidad equivale a una renovación completa de la columna de agua circundante en un lapso de entre 3 y 18 días, dependiendo de las condiciones ambientales y del tamaño de la esponja.
Gracias a esta función, las esponjas actúan como auténticas ingenieras del ecosistema, regulando la productividad primaria, modulando la composición del plancton y participando activamente en la recirculación de nutrientes marinos.
Las esponjas son el eje de un proceso poco visible pero fundamental en el mar: el vínculo bentopelágico, es decir, la conexión entre los organismos que viven en el fondo (el bentos) y aquellos que habitan la columna de agua (el plancton y los peces pelágicos).
Al capturar partículas suspendidas o disueltas en el agua y liberarlas en forma de materia orgánica, las esponjas alimentan una red trófica que va desde microorganismos hasta grandes peces.
Este vínculo ha sido descrito como un proceso clave en ambientes oligotróficos (ambientes pobres en nutrientes), donde las esponjas canalizan y ponen a disposición materia orgánica disuelta hacia otras formas de vida.
En el Golfo de México, las esponjas habitan desde los arrecifes someros de coral hasta los escarpes mesofóticos y las llanuras profundas.
En zonas como el Banco de Campeche, al sur del Golfo, o el sistema arrecifal Lobos-Tuxpan, en el occidente, las esponjas no sólo son comunes, sino que en ocasiones dominan la biomasa bentónica, desempeñando un papel estructural clave en el ecosistema.
Sin embargo, la pesca de arrastre puede destruir hábitats complejos donde estas especies tardan décadas en establecerse nuevamente.
Además, algunas esponjas son altamente sensibles a contaminantes asociados a la actividad petrolera.
Al ser organismos sésiles y filtradores, no pueden desplazarse ni discriminar entre nutrientes y sustancias tóxicas, lo que las hace especialmente vulnerables a los derrames.
También se han documentado eventos de blanqueamiento y enfermedades emergentes en poblaciones caribeñas, que afectan especialmente especies de gran tamaño, que cumplen funciones esenciales como refugio, filtración y reciclaje de nutrientes.
En los arrecifes coralinos del Atlántico Tropical Datemex -una región que incluye al Golfo de México-, las esponjas funcionan como auténticas “ciudades vivientes”, albergando una biodiversidad asombrosa.
Estos bosques animales pueden hospedar al menos 284 especies huéspedes, pertenecientes a seis grandes grupos de animales: crustáceos, anélidos, moluscos, peces, equinodermos y cnidarios.
La forma del cuerpo de cada esponja es un factor clave que determina su capacidad para albergar vida. Especies con morfología de vasija, así como aquellas con formas masivas, concentran una mayor diversidad de organismos asociados. Estas características estructurales las convierten en verdaderos refugios tridimensionales, fundamentales para sostener la vida marina en los arrecifes.
Por eso desde Oceana impulsamos acciones para proteger el Golfo de México y a las más de 15 mil especies que habitan en él, incluidas las esponjas marinas e invitamos a todas y todos los mexicanos a proteger este importante ecosistema.
El Golfo de México Nos Une. Firma nuestra petición y súmate a la protección.
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El autor es el doctor Antar Mijail Pérez Botello especialista en Ciencia de Oceana en México.