Dejando a un lado las peripecias de la Presidenta Sheinbaum en sus relaciones con el Presidente Trump, quien tuvo que “abandonar” la reunión con los siete más importantes países del mundo (con excepción de China), para atender la crisis de la guerra entre Irán e Israel, quienes se amenazan con utilizar su armamento nuclear, conflicto que se le ha salido de control a Trump; en cambio, el “conflicto” con México lo tiene bien “dominado” con sus “Órdenes Ejecutivas”, con la DEA, la revisión del TLC y con las redadas contra los migrantes mexicanos.
Aunque la presencia de la Presidenta de México en el G-7 como invitada era principalmente para su reunión con Trump, quedó claro que para éste la reunión con Sheinbaum es totalmente secundaria; sin embargo, por lo menos hubo reuniones con dirigentes de Canadá y de algún otro país europeo.
Al margen de lo anterior, urge se comenten y estudien las consecuencias negativas que pudiera haber con la importación, producción y consumo del maíz como “organismo vivo modificado por medios biotecnológicos” (OVMS), que como antecedente se tiene el Convenio sobre Diversidad Biológica de 1992, que en su artículo 8 señala: “...establecer y mantener medios para regular, administrar o controlar los riesgos derivados de la utilización y la liberación de organismos vivos modificados por la biotecnología... que es probable tengan repercusiones ambientales adversas... en la diversidad biológica... y en la salud humana”.
Los estudios iniciados por la Conabio generaron mil 116 recomendaciones desde el año 2000 en cuanto a los casos del algodón, la soya y el jitomate, pero el caso del maíz es un caso muy especial, pues México es el país de origen del maíz, con más de 60 variedades conocidas, además de las especies silvestres parientes del maíz denominadas teocintles, todos ellos con una polinización abierta, con “flujo genético a tasas elevadas”, que serían vulnerables a los maíces genéticamente modificados, lo que daría como resultado la afectación y desaparición, primero de las variedades menos resistentes o con una menor distribución territorial, hasta la probable desaparición del maíz natural.
Consultando también la investigación del maestro Antonio Turrent Fernández, de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad A. C., se plantea el dilema de la urgente necesidad de México de importar millones de toneladas de maíz, pues la producción es mucho menor que el consumo de los mexicanos; véase la incongruencia de un país del que se origina el maíz que tiene que importarlo de otro país, que gracias a la tecnología y ahora a la biotecnología, produce millones de toneladas para exportar a todo el mundo y que pareciera querer “apoderarse” y monopolizar la producción y exportación con un producto genéticamente alterado que ellos no consumen, excepto como alimento para el ganado, sin tomar en cuenta los probables efectos en la salud, en el medio ambiente, en la biodiversidad y en la contaminación genética de los maíces originales.
La respuesta de los empresarios y agricultores norteamericanos es que “sólo se habla de un probable efecto negativo, que no ha sido científicamente comprobado”. El estudio del maestro Turrent demuestra que, al comparar la producción en Europa, sin transgénicos, a lo largo de los años se ha mantenido al parejo con la producción en EU, que aplican la biotecnología.
Se arguye también que el maíz transgénico es más resistente a la sequía al introducirle “genes” que mejor resisten la sequía. A este respecto se responde que “sólo se ha liberado una variedad supuestamente resistente a la sequía, pero esta sólo logra un 6 por ciento de resistencia a la sequía, además de que se alteran otros genes de productividad”.
Los productores de maíz genéticamente modificado insisten que no hay pruebas científicas de que haya daños a humanos y animales, pero ya hay experimentos con mamíferos que muestran que el consumo de maíz transgénico causa daños severos a su salud “del tipo crónico-subclínico”. Además, se ha demostrado que el uso del glifosato, muy relacionado con el maíz transgénico, causa “daños teratogénicos a los humanos...”. Además, como dato curioso: en EU el uso generalizado del herbicida Glyphosate va acompañado de un incremento en el nacimiento de niños con autismo.
Lo que es evidente es que desde la Presidencia de Peña Nieto y más en los dos últimos regímenes, México se ha quedado muy atrás en la investigación y la defensa de sus más de 60 variedades de maíz, un tesoro que se puede perder.