Efecto Lindy y el fin de la violencia

08/09/2025 04:00
    El fin de la violencia en Sinaloa podría encontrarse apenas a la mitad de su recorrido. Si el narcotráfico lleva casi 50 años presente en el estado, aún restaría medio siglo para superarlo por completo.

    El efecto Lindy sostiene que cuanto más tiempo ha existido una idea, tecnología, institución o práctica, más probable es que continúe en el futuro. Una lógica que puede aplicarse a la violencia que vivimos en Sinaloa.

    El físico Richard Gott, en una variante más concreta, planteó que si observamos un fenómeno en un momento aleatorio de su existencia, lo más probable es que esté en un punto intermedio de su duración total.

    En este sentido, el fin de la violencia en Sinaloa podría encontrarse apenas a la mitad de su recorrido. Si el narcotráfico lleva casi 50 años presente en el estado, aún restaría medio siglo para superarlo por completo.

    La naturaleza no lineal de la violencia refuerza esta idea, cada evento replicado aleja más el horizonte de su término. Por ello resulta esencial impulsar estrategias que rompan los patrones que sostienen este círculo.

    El presente año ha sido difícil, pero también ha permitido comprender mejor el fenómeno del narcotráfico y reconocer qué no está funcionando, esto nos permitirá no repetir errores.

    Gobierno y sociedad han hecho grandes esfuerzos, aunque aún falta mucho.

    El gobierno estatal y federal han apostado por aumentar las fuerzas de seguridad en la región, una acción necesaria pero insuficiente para contener los brotes de violencia, y que no garantiza soluciones inmediatas.

    Es de reconocer el esfuerzo del gobierno estatal por atender esta problemática, aunque aún queda un largo camino por recorrer.

    Incrementar el personal de seguridad de manera indiscriminada tampoco resuelve el problema, esto es debido a que la complejidad de un sistema lo hace más frágil a la propagación de los errores.

    Para ilustrarlo pensemos que una parte corrompida del sistema, antes limitada a un área específica, al expandirse se propaga de manera exponencial por todo él.

    Ejemplo de ello es una institución de seguridad nacional que, pese a su prestigio, recientemente se ha visto envuelta en casos de corrupción y prácticas ilegales como el huachicoleo fiscal.

    La lección es clara, más que ampliar estructuras, debemos reducir la complejidad y enfocar esfuerzos.

    La sociedad civil también mantiene su compromiso. Las organizaciones de servicio continúan con sus actividades, mientras surgen nuevas iniciativas y mayor activismo en favor de la paz social.

    El Club de Leones, con más de 70 años de presencia en Sinaloa, promueve su concurso “Cartel de la Paz” entre estudiantes de primaria. Una actividad que se realiza cada año en todo el mundo y que hoy resulta especialmente pertinente.

    Además de otra iniciativa que actualmente se promueve en el Congreso del Estado en beneficio de la salud visual de niñas y niños en edad escolar.

    Al igual que el Club de Leones, existe una amplia gama de asociaciones que apoyan a la comunidad y a la niñez, como PROEDUCA, el Club Rotario, el Banco de Alimentos, entre muchas otras.

    Otro esfuerzo en esta dirección surge en la Comisión Estatal de Derechos Humanos, donde un grupo diverso de actores buscan comprender no sólo la violencia, sino la identidad misma del ser sinaloense.

    El objetivo de esta iniciativa es aportar, desde la ciencia, la cultura y el arte, a la comprensión de nuestro entorno actual. Más adelante profundizaremos en sus alcances.

    Asimismo, otros grupos se han organizado desde sus propios ámbitos para aportar a esta causa, mediante foros de discusión y manifestaciones públicas como la marcha realizada recientemente.

    Como sociedad debemos romper los patrones que han sostenido la violencia en nuestro estado. La solución no es clara, pero podemos comenzar por lo más sencillo.

    El primer paso es dejar de repetir lo que ya sabemos que no funciona. Desde la pasividad ante la delincuencia, hasta la celebración directa o indirecta de la narcocultura y otras prácticas que nos condujeron a la situación actual. Solo con la suma constante de esfuerzos podremos, a la larga, superar esta etapa crítica de la historia sinaloense.

    Finalmente, la unión entre sociedad civil y gobierno es indispensable; la polarización solo favorece a la delincuencia organizada. Aunque persista la frustración por la falta de resultados inmediatos, es necesario aprovechar las coincidencias que pueden acercarnos a superar esta etapa.

    El camino para enfrentar la violencia seguirá marcado por la prueba, el error y el aprendizaje. Sigamos construyendo, desde la acción conjunta, la ruta hacia su final.