Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas: una crisis sostenida en el tiempo
Este 30 de agosto se conmemora el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas; nos aproximamos a esta fecha con una crisis de más de 130 mil personas desaparecidas que se profundiza.
De cara a la designación de la nueva persona titular de la Comisión Nacional de Búsqueda y de las múltiples acciones de memoria, de protestas y de denuncia que realizarán colectivos y familiares de personas desaparecidas en el País, es necesario volver a poner sobre la mesa la urgencia de que se tomen medidas extraordinarias para abordar la crisis.
Como ha sido una constante, las iniciativas de las familias, de la sociedad civil y de periodistas nos recuerdan que la memoria se construye entre todas y todos.
Así, en el marco de este día, hemos visto diversas iniciativas que nos recuerdan que las desapariciones en México no son tema del pasado, y que la impunidad de las múltiples desapariciones si sucedieron en años anteriores explican mucho del continuum de esta práctica al día de hoy.
Los trabajos recién publicados, como la “La Lista Apresa” -que contiene 183 nombres de personas detenidas-desaparecidas, agrupadas en 25 presuntos viajes al mar-, sumado a la recreación visual presentada el año pasado de “Los Vuelos de la Muerte”, muestran que en México, como en las dictaduras del Cono Sur, existió esta práctica de desaparición y exterminio en los años 70. Esto a pesar de que el Ejército ha negado por años información y la ejecución de esta práctica, lo que ha privado a múltiples víctimas de alcanzar la verdad, o a que en años recientes continuamos viendo reconocimientos a elementos de las Fuerzas Armadas, señaladas por su responsabilidad en violaciones a derechos humanos por el propio Estado, como fue el reciente tributo póstumo a uno de los firmantes en 1971 del “Plan Telaraña” y mando durante los “Vuelos de la Muerte”.
Hoy, la desaparición de personas sin duda tiene causas diferentes; sin embargo, su práctica continúa dando origen a uno de los sufrimientos más profundos que cualquier ser humano puede experimentar: la angustia y zozobra de no conocer el destino de un ser amado y de no poder concluir un duelo ante su pérdida.
La alarmante cifra oficial de más de 130 mil personas desaparecidas en nuestro País da, apenas, una pálida idea del número de personas afectadas directa e indirectamente por este crimen.
La innegable ausencia de una política de Estado, contrariamente, nos recuerda diario la indolencia de las autoridades a estas víctimas.
Frente a esta realidad, no son menores cada una de las iniciativas que se han desarrollado en el País desde diversos sectores, ya sea para acompañar a familiares de personas desaparecidas o para visibilizar la dimensión de la crisis, sus impactos y para construir memoria.
Por ejemplo, el lanzamiento del Laboratorio de Resistencias contra las Desapariciones en la Universidad Iberoamericana Campus León; las mesas de discusión en universidades; cada una de las actividades de la Glorieta de las y los Desaparecidos en México para mostrar los rostros de quienes no han regresado a casa; los libros dirigidos a infancias y adolescencias para acercarlas a los temas de desaparición y sus impactos; la presentación de novelas que acercan este duelo a públicos diversos; los actos artísticos de memoria; las jornadas de búsqueda en campo; la exigencia de justicia por los casos del pasado reciente y los actuales, entre muchas otras.
Cada uno de estos esfuerzos contribuyen a visibilizar la crisis, a acercar esta realidad a las personas que no la padecen apelando a su empatía y a exponer propuestas claras de los colectivos y familiares para atender la crisis, de acuerdo a los contextos y necesidades de cada entidad.
Hoy acompañamos cada una de estas propuestas e iniciativas para recordarle al Estado que esta problemática, si bien no inició en las últimas administraciones, no ha cesado, por lo que debe resolverse ya con una estrategia clara y definida a nivel nacional.
Para ello, además de una adecuada selección de la próxima persona titular de la Comisión Nacional de Búsqueda, se requiere de un verdadero y sostenible espacio de escucha de las familias, pero también de coordinación, presupuesto, articulación y voluntad política clara, para demostrar que esta crisis ya no puede ser sostenida más, como ha sucedido a lo largo del tiempo.