Culiacán está vivo 494 años después
Hay violencia; también gestión de paz
A Culiacán le toca turno para alzarse con una gran propuesta de civilidad de cara a la apuesta de los violentos, a propósito de la celebración del 494 aniversario de lo que hoy es cuna de realidades y sueños de ciudadanos arrullados por los tres ríos cuyas aguas en constante renovación convocan a reinventarnos también como sociedad pacífica, tenaz y productiva.
Esto no es el planteamiento idílico que tenga el propósito de desvanecer los daños de más de un año del bestial choque entre delincuencia organizada, ni para resaltar la fiesta o invitar a ella. Sin ánimo de polemizar contra los que proponen la inmovilización unánime por el miedo y el luto, el razonamiento gira alrededor de los esfuerzos notables que persisten en recuperar la ciudad para vivirla tal cual fue imaginada por los fundadores de hace casi cinco siglos.
Darnos por enterados, por ejemplo, de que previo a la celebración que será del 22 al 29 de septiembre, el Alcalde Juan de Dios Gámez Mendívil ha realizado importantes gestiones a gran escala que anuncian la voluntad por aumentar el involucramiento de los habitantes del municipio en la construcción de paz a través de las artes, el deporte y la educación, únicos antídotos disponibles contra la narcocultura que hoy nos cobra viejas facturas.
Por la grandeza de la tierra que habitamos vale la pena voltear, así sea de reojo, al convenio firmado el reciente 7 de agosto con el Consejo Nacional de las Artes para involucrar a exponentes emergentes o consagrados de la escena teatral, musical, dancística y plástica en la hazaña unificada de construir otra forma de tejido social fundado en el arte y la cultura. Dicha alianza rendirá frutos en diciembre al participar el Cenart en la Feria Internacional del Libro de Culiacán.
En el mismo plan para ampliarles a los culiacanenses la oferta cultural y acercar a las nuevas generaciones al arte cinematográfico, más recientemente el Alcalde firmó otro convenio con Directora de la Cineteca Nacional, Marina Stavenhagen Vargas, para integrar a Culiacán al Circuito Cineteca lo cual hará posible proyectar aquí ciclos de cine y hacer labores de formación abiertas a la ciudadanía.
Además, el miércoles Gámez Mendívil estableció un convenio de colaboración con el Director General de Estudios Churubusco, Cristian Colónico Lucio, que convierte al municipio en el primero en sellar la alianza con la institución federal para la creación de una oferta curricular y de producción cinematográfica que promueva el orgullo cultural local, en vinculación con las universidades locales.
Otro rasgo de las acciones para la construcción de paz positiva y duradera es la implementación de Senderos de Paz, una iniciativa de la Presidenta Claudia Sheinbaum que ya se concretó en Mazatlán y pronto será realizada en la Avenida Agricultores, de Culiacán, consistente en el rescate de espacios abandonados para transformarlos en sitios de sana convivencia, esparcimiento y de práctica de deportes al aire libre.
Este repaso de voluntades pretende situar en el decaído animo social la narrativa de certidumbres que permitan distinguir rutas hacia la paz tal vez incipientes aunque son itinerarios que tarde o temprano tendremos que atender como sociedad. Podríamos empezar, como regalo de cumpleaños, dándole a Culiacán la oportunidad de que resplandezca por lo que verdaderamente es. Resaltar la autenticidad de lo que somos la mayoría que de sol a sol perseveramos por hacer de la ciudad el referente nacional e internacional en producción de alimentos, centro de negocios, semillero de talentos, gente hospitalaria y tierra atractiva por sus riquezas naturales y patrimonios históricos.
Y sería mucho pedir que en honor a Culiacán callaran las armas del crimen y las onomatopeyas de guerra que las realzan para que oídos y miradas de dentro y fuera perciban el lado confortante de la Perla del Humaya, el de jornadas épicas por el desarrollo en todos los sentidos siempre ajustadas a la legalidad. Con la acotación pertinente de que tampoco se trata de ocultar o abandonar a las víctimas de la atrocidad; al contrario, resignificarlas como emblema de la urgente labor cívica para evitar que los sobrevivientes pasemos a ser parte de los caídos.
Culiacán, siendo objetivos,
No es un territorio muerto,
Tampoco paraje desierto.
Es ciudad de ensueños vivos.
Al mostrar poca eficiencia los sistema de seguridad en los hospitales públicos de Sinaloa no es tan inviable la propuesta de designar y blindar en Culiacán un nosocomio como centro específico de atención a las personas que son capturadas al ser heridas en enfrentamientos entre células del narcotráfico o en las tareas militares y policiales de contención de la narcoguerra. Al recibir atención médica en calidad de sospechosos o detenidos en el mismo pabellón clínico en que están pacientes consuetudinarios, ajenos al crimen, se les pone en situación de riesgo a éstos y al personal hospitalario. O bien buscar otras alternativas seguras o no echar en saco roto el planteamiento de las enfermeras del Hospital General de Culiacán.