Cuando llegó a Roma, Javier Cercas tomó un taxi para trasladarse al hotel. Aprovechó para preguntar al taxista qué opinión tenían los romanos sobre el Papa Francisco. Respondió: “Buena. Es mejor que Benedicto. Más humano. Más popular. Más próximo”.
En el vestíbulo del hotel lo esperaba Aldo Cazzullo, periodista del Corriere de la Sera, quien lo invitó a cenar. Al comentarle que escribiría un libro sobre el Papa, Cazzullo le dijo: “Francisco es un Papa extraordinario. No un Papa de transición, como Benedicto. Yo creo que será recordado como uno de los grandes papas de la Historia reciente. Como Juan XXIII. Como el Papa Wojtila”.
Cercas le preguntó si Francisco logró cambiar la Iglesia. Contestó: “No tanto como le hubiera gustado. De todos modos, la ha cambiado, por lo menos en la forma. Y tú sabes que, en la Iglesia como en todas partes, a menudo la forma es el fondo”.
Le pidió más explicación: “Francisco es el primer Papa latinoamericano, el primer Papa jesuita, el primer Papa llamado Francisco. Son muchos primeros, muchas novedades, sobre todo en una institución tan antigua como la Iglesia, con tantas tradiciones y tantas inercias”.
Cazzullo enfatizó que Francisco hubiera querido cambiar más cosas, pero no le fue posible: “No ha cambiado los dogmas, pero sí ha cambiado el estilo. Desde el primer minuto impuso la sobriedad, la pobreza, la humildad, la cercanía a la gente: éste es un Papa... que vive en Santa Marta, una residencia de curas, que come casi siempre en su cafetería y que se pone a la cola con su bandeja. Benedicto vivía solo, era un intelectual, un teólogo refinado como un príncipe renacentista; Francisco vive entre curas y parece un cura de pueblo, no el soberano de la Iglesia”.
¿Cuál es mi estilo?