¿A qué costo llega tu paquete?
Urge legislar los empaques plásticos en el comercio electrónico

Atarraya
24/05/2025 04:02
    Legislar contra los plásticos del comercio electrónico no es solo un paso ambiental, es un acto de justicia social y responsabilidad global. No podemos seguir subvencionando, con nuestros impuestos y con nuestra salud, un modelo de consumo que empobrece a unos para contaminar a todos.

    La comodidad del “compre ahora” y la promesa de entregas rápidas han transformado no sólo nuestros hábitos de consumo, sino también nuestras calles, ríos y mares. Es tiempo de preguntarnos: ¿a qué costo nos está llegando ese paquete que pedimos a tan solo un “clic”?

    La Ciudad de México, uno de los epicentros del comercio electrónico en América Latina, enfrenta una crisis de residuos plásticos agravada por la creciente demanda de productos comprados en línea. Tan sólo en 2021, se estima que el comercio electrónico generó más de 86 mil toneladas de basura plástica solo en esta ciudad. Es decir, 29 camiones de basura llenos de plástico cada día. ¿El destino final de todos estos residuos? En el mejor de los casos, un relleno sanitario. En el peor, nuestros ecosistemas y nuestra salud.

    Pero este problema va más allá del reciclaje. De hecho, solo el 9 por ciento del plástico a nivel mundial logra ser reciclado. Y no se trata de falta de voluntad, sino de un sistema diseñado para fallar: el plástico virgen es más barato, más rentable y fácil de producir que el reciclado. Así, seguimos atrapados en un ciclo que favorece la producción masiva de residuos, disfrazado de eficiencia logística.

    Además, muchos de estos plásticos provienen de países asiáticos donde las condiciones laborales en la industria petroquímica y del embalaje son, en muchos casos, precarias y peligrosas. Se producen materiales baratos, sin derechos laborales garantizados, que terminan envolviendo nuestros productos “sustentables” o “eco-friendly”. La paradoja no podría ser más cruel: nuestro consumo daña no solo al planeta, sino también a las personas que están al otro lado de la cadena.

    Por eso, legislar es urgente. La Ciudad de México ya ha avanzado con la prohibición de plásticos de un solo uso como bolsas, popotes y unicel. Ahora, toca regular uno de los principales generadores de residuos plásticos actuales: el comercio electrónico. Se trata de prohibir el uso de plásticos innecesarios en empaques y embalajes de bienes entregados a domicilio.

    No se trata de frenar la economía digital, sino de hacerla responsable. Si empresas como Amazon puede hacerlo en India y en Estados Unidos, y en Europa ya existen sistemas de devolución sin empaque adicional, ¿por qué no en la capital de uno de los países más afectados por la contaminación plástica? Según encuestas de Oceana, el 91 % de los habitantes de la CDMX está de acuerdo en regular estos plásticos. La ciudadanía está lista. ¿Lo está el Congreso?

    La legislación propuesta no sólo responde a una necesidad ambiental, sino también a un mandato constitucional: el derecho humano a un medio ambiente sano. Y más aún, se alinea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que México ha firmado y que comprometen a sus gobiernos, en todos los niveles, a actuar con urgencia frente a esta triple crisis planetaria: cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación.

    La contaminación plástica no sólo invade nuestros mares, también se filtra en el agua que bebemos, en los alimentos que comemos y en los cuerpos que habitamos. ¿Qué más necesitamos para actuar?

    Legislar contra los plásticos del comercio electrónico no es solo un paso ambiental, es un acto de justicia social y responsabilidad global. No podemos seguir subvencionando, con nuestros impuestos y con nuestra salud, un modelo de consumo que empobrece a unos para contaminar a todos.

    Ha llegado el momento de actuar. Porque cada clic tiene consecuencias, pero también puede ser el inicio de una transformación.

    La autora es Alma Ugarte, enlace Legislativo de Oceana en México.