El Centinela
11 septiembre 2025

Ayer estuvo, otra vez y a puerta cerrada, el Gabinete de Seguridad federal en Sinaloa, para reunirse con el Gobernador Rocha Moya y dar seguimiento a la estrategia diseñada para aplacar la guerra que vivimos en la entidad.

De la Base Aérea no salió mucho más que el dicho del Gobernador de que “no llegan más militares pero que los que están tampoco se van” y seguirán brindando apoyo a Sinaloa, como dijo la Presidenta Sheinbaum desde la mañanera.

Nos da gusto que sea así porque sabemos que Sinaloa no tiene las capacidades reales para hacerle frente a una guerra de esta envergadura, de modo que estamos en manos de los militares y los federales y al Gobierno estatal le toca, por supuesto, seguir coordinándose lo mejor posible.

Pero también, y ya sabemos que parecemos disco rayado, al Gobierno estatal le toca limpiar y fortalecer sus policías lo más rápido posible, para que cuando los militares se vayan no nos quedemos chiflando en la loma.

El Palacio de Gobierno amaneció hoy sin rastro de las 3 mil veladoras que iluminaron la explanada la noche del martes.

Las llamas que colectivos de buscadoras encendieron como símbolo de esperanza por el regreso con vida de las personas desaparecidas se apagaron en cuestión de horas, barridas para dar paso a los preparativos del Grito de Independencia.

La escena resulta tan contrastante como dolorosa: un lugar que en la víspera fue altar de memoria se transforma de inmediato en escenario de fiesta patria.

El espacio se limpia, se acomoda y se viste de verde, blanco y rojo para recibir la fiesta, mientras la exigencia de justicia se borra como cera derretida en el piso.

Quienes llegaron con sus veladoras quisieron dejar constancia de una herida que no se cierra: 2 mil personas desaparecidas en un solo año, de acuerdo con los propios colectivos.

Pero lo que ayer fue grito de dolor, hoy quedó silenciado para no interferir con el grito oficial, ese que cada septiembre proclama libertad y soberanía, aunque la inseguridad y la impunidad sigan arrastrando a miles de familias a la oscuridad de la ausencia.

El poder quiere realizar la fiesta, lograr la foto y montar la tarima donde se ondea la bandera. En cambio, la memoria de los desaparecidos incomoda y obliga a mirar de frente lo que se prefiere ignorar porque duele y da vergüenza.

El Palacio de Gobierno se iluminará mañana con luces artificiales y cohetes, ojalá que todo salga bien, pero que no se olvide que ayer brilló con una verdad más profunda: la del reclamo de miles de desaparecidos que ni la escoba ni los festejos pueden borrar y cuyas familias merecen verdad y justicia.

La crueldad de esta guerra imparable ha alcanzado los niveles más grotescos que podemos imaginar, partiendo desde la severidad de algunos hechos como masacres o hallazgos, pero también afectando a lo que más debemos cuidar como sociedad: las infancias y juventudes.

La cifra fría es de más de 60 menores de edad que han perdido la vida en estos 12 meses, pero cada uno de ellos representa un vacío irreparable, una estocada muy profunda a la comunidad y a la moral de las y los sinaloenses.

Y en ese contexto, es inevitable pensar en todos aquellos estudiantes de primaria, secundaria o bachillerato que, de un día a otro, se quedaron sin una amistad o simplemente la compañía de alguien más en el aula, los parques, jardines o incluso en los entornos digitales.

De parte de las autoridades de seguridad, la demanda es clara para que protejan al menos a nuestros tesoros más preciados, y no lo han logrado.

Y ante las consecuencias de una política de seguridad que se queda muy corta, como la desplegada hasta ahora, que ha trastocado los entornos escolares e infancias, pues las autoridades educativas junto con las de salud pública han de reaccionar para tratar de menguar todos los efectos que tiene esta inseguridad en los pequeños.

En ese sentido, la Secretaría de Educación Pública, Gloria Himelda Félix Niebla, informó que han brindado 511 intervenciones de carácter psicológico en escuelas del Estado, especialmente en aquellas donde la delincuencia les arrebató a un alumno, o cuyos alrededores han sido perturbado por el estruendo de las ráfagas.

Sería lo mínimo, pues, que podrían ofrecer las instituciones públicas, ya que no están evitando que se abran y profundicen estas heridas, tan siquiera que trabajen para auxiliar en un aspecto tan crucial como la salud mental a este sector tan vulnerable.

Entendemos el poder que da una cámara de fotografía o de video en cada mano de nosotros que nos ayuda a captar momentos que parecen increíbles y que sirven justamente para fortalecer nuestra impresión o para comprobar nuestras denuncias.

Por eso salen a la luz, que además nos llegan a casi todos porque se hacen virales, cosas tan absurdas e increíbles como la denuncia de maltrato animal en obra del gobierno de Culiacán, unas imágenes que muestran que casi entierran una perrita viva.

Imagínese usted, enterrar viva a una perrita.

No entendemos, como seguramente muchos de ustedes tampoco lo harán, qué tiene en la cabeza esta persona que estuvo a punto de hacer esta barbaridad.

Esto se supo porque la Fundación Balto y Togo denunció el presunto caso de maltrato animal en medio de trabajos de una obra pública a cargo del Ayuntamiento de Culiacán.

El organismo civil hizo la denuncia a través de redes sociales, en donde expuso que una perrita anciana de la raza chihuahua cayó en medio de los escombros y tierra, de una obra de desazolve de un arroyo en la colonia Progreso de Culiacán.

Lo peor es que el personal que controlaba la maquinaria continuó sus labores y casi entierran viva a la perrita, pese a darse cuenta de su presencia.

La escena pareciera un nuevo capítulo de una serie surrealista, como aquella que cómicamente se explicaba con la imagen del cadáver de un tlacuache pintado de pintura amarilla porque no lo quitaron cuando la máquina pasó cerca de la banqueta.

Sin embargo, como explicamos, la denuncia se viralizó luego de que afortunadamente los vecinos captaron el momento y auxiliaron a la perrita para salir de los escombros.

La fundación informó que la llevaron a una clínica veterinaria, sin embargo ahora estaremos al pendiente de si se realiza alguna denuncia formal para ver qué se puede hacer para cambiarle el chip a esos tipos que están dispuestos a enterrar a un ser vivo en lugar de tomarle cariño a su oficio y respetar la naturaleza y sobre todo a las mascotas.

Ojalá que sí se mueva algo.