Malecón
Silencio, evasión
A cuatro meses de que se supo que una jirafa del Zoológico de Culiacán tenía meses muerta y nadie lo había reportado, ahora la Asociación de Zoológicos, Criaderos y Acuarios de México denuncia al parque que decenas de animales están en malas condiciones de salud y permanecen en un entorno deteriorado.
Pues también desde hace más de cuatro meses, el director del zoológico, José María Casanova Rodríguez, se ha negado a responder a los medios de comunicación. No contesta llamadas, no concede entrevistas y, cuando se le busca directamente en las instalaciones, simplemente no da la cara.
La evasión no es menor, pues se trata de un funcionario a cargo de un espacio público que alberga seres vivos bajo su responsabilidad.
La falta de transparencia agrava el problema. La omisión no sólo impide atender a tiempo las posibles violaciones al trato digno de los animales, también bloquea cualquier intento de intervención externa.
En cualquier otra institución, una acusación pública de maltrato animal, respaldada por fotografías y testimonios internos, exigiría una respuesta inmediata y acciones concretas. Aquí, en cambio, se responde con puertas cerradas y con el respaldo pasivo de autoridades que siguen actuando como si nada ocurriera.
El silencio institucional cae en agravio para los animales que ahí viven y para la ciudadanía que, con sus impuestos, mantiene un zoológico que hoy se sostiene más por la inercia que por el cuidado responsable.
Nivel de crueldad
En Sinaloa el nivel de inseguridad alcanzó niveles insostenibles para la vida cotidiana, no solo por la cantidad de delitos que se cometen a diario sino también por su nivel de crueldad.
La organización Causa en Común ubica a Sinaloa como el estado con más atrocidades registradas en el primer trimestre de 2025, o sea, crímenes que se efectuaron con un nivel de sadismo y violencia extremo.
Entre los crímenes se han registrado masacres, hallazgos de fosas clandestinas y se han descuartizado cuerpos, situaciones que sin duda han marcado de manera permanente a la sociedad directa e indirectamente afectada.
Con estos elementos sigue siendo inquietante y ofensivo que las autoridades continúen negando la gravedad de la situación, y que no se reagrupen para reformular un plan contra el crimen organizado.
El primer paso para comenzar un plan de acción es evaluando la gravedad de la situación y admitiéndola, y ya van ocho meses con autoridades totalmente ciegas ante la situación.
La verdad que les conviene
Muy airoso salió el viernes el Secretario General de Gobierno, Feliciano Castro Meléndrez, para retomar lo desmentido por la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, sobre un video de un supuesto enfrentamiento en Elota difundido por medios nacionales, y que en realidad correspondía a Yemen.
De ahí se agarró el vocero del Gobierno del Estado para pararse el cuello y decir que la actual situación de violencia que vive Sinaloa necesita que se diga la verdad, y con esto querer hacerse las víctimas.
Razón no le faltó al Secretario al aseverarlo, pues algo indispensable para la ciudadanía en medio de esta contingencia es enterarse de qué ocurre a su alrededor, pues con ello toma decisiones cotidianas o se previene.
Razón no le faltó, pero a lo mejor algo de coherencia sí.
Afirmar eso en un espacio como la vocería, que en términos informativos muchas veces es una grosería, no deja muy bien plantada a la autoridad.
Nomás hace falta recordar que en su momento el entonces Secretario de Seguridad Pública, Gerardo Mérida Sánchez, dijo que una joven desaparecida había sido localizada, y al rato tuvo que echarse para atrás porque la familia reclamó.
O la figura de vocera que le dieron a Verona Hernández Valenzuela, que en más de una ocasión se ha hecho bolas al intentar responder sobre hechos de alto impacto.
No podemos estar más de acuerdo con Feliciano Castro en ello de que la verdad es fundamental para la ciudadanía, sobre todo en una situación como la actual, y precisamente por eso es que aquí hemos sido incisivos en señalar lo ineficiente que ha sido el Estado para esclarecer muchos de los eventos que han marcado este periodo de emergencia en Sinaloa.
Y aunque luego el Secretario reniegue y saque sus capturas de pantalla a media conferencia, en una de las tantas cosas que ha quedado a deber el Gobierno hacia la población en estos más de ocho meses, es en decir puntualmente la verdad. Sobre todo las autoridades.
El valle de Culiacán bajo asedio
Desde el sábado 26 de octubre de 2024, cuando los cuerpos de dos hombres asesinados fueron localizados sobre la carretera Culiacán-Eldorado, al sur de la ciudad, en el entronque con la carretera conocida como La 20, la violencia no ha dejado de estar presente en el corazón agrícola de Culiacán.
Esos dos hombres, atados y torturados, no serían los últimos. Desde que la guerra entre los Guzmán y los Zambada comenzó, ese entronque se convirtió en el tiradero favorito de cuerpos de los criminales, además de escenario constante de ataques a instalaciones de la gasolinera y la tienda de conveniencia que ahí se encuentra, y hasta enfrentamientos armados.
Desde el pasado 9 de septiembre, Datemex tiene registro de al menos una veintena de cuerpos abandonados en ese sitio.
Pero el acceso por La 20 es sólo la puerta de entrada a un sinnúmero de violencias que no dejan vivir ni trabajar a agricultores, jornaleros y habitantes de ese valle; desde Costa Rica hasta Villa Juárez, así como en el recién nacido municipio de Eldorado, hemos tenido reporte tras reporte de asesinatos, privaciones de la libertad, balaceras, enfrentamientos entre grupos armados y encontronazos con los militares.
Apenas la semana pasada un par de jóvenes fueron detenidos fuertemente armados y a bordo de una Ram negra por la carretera La 12. Una golondrina que no hace verano, pues la evidencia enseña que los criminales han hecho y deshecho en esa zona.
Lo que urge es presencia permanente y no esporádica de las autoridades militares, pues queda claro que las policías municipales y la estatal quedan muy vulnerables frente al poder de fuego de las “patrullas” criminales que por ahí transitan, protegiendo lo que consideran su territorio y amedrentando a todo aquel que les signifique un riesgo o una amenaza.
El campo sinaloense ya la está pasando bastante mal entre los malos precios de los cultivos, las pésimas políticas públicas del sector, la incertidumbre generada por Trump y la cada vez más grave sequía, como para también tener que lidiar con el crimen organizado. Queda apenas un mes para que finalice la temporada agrícola, lo menos que se puede pedir es que dejen a los agricultores y sus trabajadores cerrarla sin que eso signifique poner en riesgo la vida.