El sensible tema de los desaparecidos
Si algo nos interesa y nos mueve en esto del periodismo, es dar atención a los temas que a la gente le importan, tratar de ayudarlos a resolver sus problemas comunitarios, poner foco sobre asuntos que de otro modo no se sabrían y darle voz a los que de otra manera no la tienen.
En los últimos años, pero sobre todo en los últimos meses, hemos tratado de dar voz a las víctimas de delitos, y entre ellas, si algunas han destacado han sido las personas desaparecidas.
Con una crisis como la que enfrentamos actualmente en Sinaloa, no sólo de cientos de homicidios, sino de prácticamente la misma cantidad de desaparecidos, es obvio que es uno de los temas más álgidos a los que damos cobertura, y lo hacemos desde diversos ángulos y maneras.
Una de ellas, y tal vez la más fuerte para nosotros, es a través de los colectivos de búsqueda, conformados principalmente por madres rastreadoras. Con ellos tenemos contacto constante, monitoreamos sus redes, les hacemos entrevistas, los acompañamos eventualmente en alguna acción de rastreo, publicamos sus descubrimientos, en fin... todo lo que se puede.
También tenemos el monitoreo a la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas, donde van a dar casi todos los casos de desapariciones, porque es el conducto oficial para publicar las fichas de búsqueda, con datos completos proporcionados por los familiares a través de la denuncia ante las autoridades de la Fiscalía.
Por supuesto las redes sociales en general son un filón de información para este tipo de casos, pues se mueven las fichas de búsqueda oficiales y hasta las elaboradas por los propios familiares.
Casi siempre, tanto en redes como nosotros como medios, le damos más peso a los casos múltiples, a los que involucran menores de edad, y también cuando son mujeres. Aunque también se publican y se dan seguimiento de adultos hombres.
Tal vez la relación más cercana que llegamos a tener es cuando los propios familiares nos contactan. Ya sea a través de nuestras redes, por nuestro correo y más que nada por nuestro sistema de WhatsApp.
De unos meses para acá ahí nos llegan diariamente peticiones para que publiquemos casos de búsqueda de personas, nos hacen llegar las fichas de búsqueda y a veces nos proporcionan más datos.
En la mayoría de los casos publicamos la nota para responder al apoyo solicitado y tratar de contribuir en algo en el proceso de encontrar a la persona.
Las familias de personas privadas de la libertad a veces también nos piden, por ejemplo, cubrir alguna manifestación que realicen para exigir a las autoridades acelerar la búsqueda de sus familiares. Y esas manifestaciones prácticamente las cubrimos todas. Siempre les damos prioridad.
En general, en todo lo relacionado con la desaparición de personas, las privaciones ilegales de la libertad, tratamos de darle fluidez en todo lo que se puede y apoyar en lo que podamos.
Dentro del seguimiento, también vamos informando cuando algunos aparecen, ya sea vivos o como víctimas mortales.
Siempre buscamos hacerlo sin revictimizar, sin juzgar o señalar, sin prejuicios y dando por hecho que nadie debería ser víctima de un crimen como la privación ilegal de la libertad.
Como bien señala la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU Derechos Humanos) en su documento Principios Rectores para la Búsqueda de Personas Desaparecidas: “La búsqueda tiene que realizarse bajo la presunción de que la persona desaparecida está viva, independientemente de las circunstancias de la desaparición, de la fecha en que inicia la desaparición y del momento en que comienza la búsqueda”.
Y agrega: “El respeto de la dignidad de las víctimas debe ser un principio rector en cada una de las fases del proceso de búsqueda de la persona desaparecida”.
Hay muchísima documentación acerca de las personas desaparecidas y cómo se debe tratar esa información, y no sólo en México sino en muchos países del mundo.
El Consejo Audiovisual de Andalucía, por ejemplo, publicó a finales del año pasado un documento titulado “Guía de Buenas Prácticas para el tratamiento informativo de las Desapariciones de Personas”, realizada, señala, en colaboración entre periodistas, familiares de desaparecidos, psicólogos, la fundación QSDglobal y el Consejo Audiovisual de Andalucía, y “busca conciliar el derecho a la libertad de información con la responsabilidad social de los medios al informar sobre casos de personas desaparecidas”.
El objetivo principal, dice, es proteger a las familias que sufren el dolor y la incertidumbre de la desaparición, a la vez que se contribuye a la búsqueda y localización de las personas desaparecidas.
El documento enlista varios puntos clave que van desde “respeto a la dignidad y los derechos de las personas desaparecidas y sus familias” hasta “evitar la publicación de información personal que pueda dañar su imagen o poner en riesgo su seguridad, incluso si están implicados en posibles delitos”.
También destaca la importancia de que los medios nos guiemos con rigor periodístico y sigamos sólo fuentes confiables y autorizadas, ya sea autoridades o familiares.
“Evitar la difusión de rumores o especulaciones no confirmadas”, es otro de los señalamientos, así como “sensibilidad y apoyo a las familias”.
Reconocer, exhorta, la vulnerabilidad emocional de las familias y evitar preguntas intrusivas o acoso.
“Respetar su derecho a no conceder entrevistas o a elegir los medios a los que acuden”, es otro de los puntos de la guía.
Enfatizan que se publique información útil para la búsqueda, priorizando la difusión de datos, fotografías e imágenes que puedan ayudar a la localización.
En resumen, “la guía promueve un tratamiento informativo responsable, ético y sensible a las necesidades de las familias, que contribuya a la búsqueda y localización de las personas desaparecidas sin añadir dolor al drama que ya viven”.
En Datemex tenemos claro que en el tema de las desapariciones nuestra obligación como medio es brindar un servicio público, que pueda ayudar a resolver, no a obstaculizar, algún caso.
El hecho de que los familiares nos busquen para apoyo nos da un voto de confianza que no podemos defraudar.