Bitácora de la Redacción: atrapados en fuego cruzado
El asunto ya lo tratamos en días anteriores en notas y en comentarios en nuestra columna institucional, pero siendo este nuestro espacio específico para tratar temas relacionados con la Redacción, es importante dejarlo consignado.
Fue una semana larga, la sentimos más larga de lo habitual, pese a lo acelerado del mundo de sucesos y eventos a los que damos cobertura, pero más que nada la sentimos marcada por cómo la iniciamos el lunes, con dos de nuestros periodistas en medio de un fuego cruzado en la zona rural de Culiacán.
Y más que justificar, defender o juzgar el hecho, lo que sí queremos es dejar una especie de bitácora de lo que sucedió y esperamos no vuelva a suceder.
Baste decir que lo intuíamos desde hace semanas y desgraciadamente sucedió: un par de nuestros periodistas, junto con al menos otro colega de otro medio, quedaron atrapados en medio del fuego cruzado en un enfrentamiento armado en El Pozo, comunidad de la sindicatura de Imala.
Podría tomarse el tema desde varias aristas, una de ellas podría ser un mea culpa, porque podría decirse que nos pusimos en riesgo de manera innecesaria, sin ser más exhaustivos en nuestros propios protocolos, que ya hemos explicado aquí en infinidad de ocasiones.
Pero también es un hecho que con tal cantidad de coberturas de hechos de alto impacto, por simple probabilidad, era previsible que nos llegaría a pasar. Son demasiadas balas disparadas en este nuestro Sinaloa, y los periodistas somos la primera línea de cobertura para documentar esos hechos, los cuales, probablemente, no se sabrían si no estuviéramos presentes.
Los hechos fueron el lunes 14 de julio, alrededor de las 10:30 horas, cuando nuestros reporteros de la fuente policiaca recibieron un reporte de que en El Pozo había tres cuerpos de hombres asesinados.
Ya desde la noche anterior habíamos obtenido información de que en ese punto se había suscitado un enfrentamiento, con un saldo de tres fallecidos.
El reporte de esa mañana, aunque de manera extraoficial, señalaba que ya había en el lugar patrullas de las fuerzas del orden, la realidad es que es un dato que no verificamos lo suficiente.
Tras concretar con periodistas de otros dos medios, para trasladarnos y cubrir en grupo, como se suele hacer desde hace tiempo en la cobertura policiaca, por seguridad, los tres vehículos se dirigieron hacia esa comunidad de Imala, que ya ha sido escenario de hechos violentos en estos meses.
Al llegar, lo que sucedió es que no se observó movimiento en el pueblo, ni de fuerzas del orden ni de muchos pobladores, por lo que luego de indagar con los que estaban en la calle y tras un breve recorrido, el grupo de periodistas procedió a retirarse del poblado.
Sin embargo, por un detalle de uno de los vehículos, decidieron regresar, generándose en ese momento y repentinamente el enfrentamiento entre dos grupos armados que aparecieron en varios vehículos blindados y con armas de alto poder.
Compañeros de uno de los medios lograron salir antes del lugar, y uno más quedó también atrapado, pero no junto con nuestros dos periodistas, quienes se resguardaron en el patio de una casa, y desde ahí hicieron contacto telefónico con corporaciones de seguridad y militares para dar su ubicación.
Luego de casi 45 minutos llegaron por diversos lados las fuerzas del orden: elementos de la Secretaría de Seguridad federal primero, y luego militares y de la Policía Estatal Preventiva.
Al tiempo que los grupos armados ya habían huido, dejando tras de sí un joven muerto que se trasladaba en una cuatrimoto, además del trascendido de que uno de los grupos se habría llevado dos cuerpos.
En la refriega, uno de los vehículos de otro medio de comunicación resultó con varios impactos de bala, y aunque afortunadamente ninguno de los periodistas resultó herido y al parecer no hubo víctimas colaterales en el poblado, el hecho no es ni para enorgullecernos pero tampoco para “lapidarnos”.
Sabemos que ninguna nota vale ese nivel de riesgo, pero si vamos más a fondo, la realidad es que ese riesgo no debería existir.
Es decir, vamos al lugar de los hechos para verificar información, y lo hacemos bajo protocolos estrictos, pero en la práctica no es sencillo verificar un hecho si no nos trasladamos al lugar, y es hasta que ya estamos en el sitio cuando podemos verificar a precisión si hay o no fuerzas del orden presentes, o valorar el riesgo de la situación.
Finalmente, luego de verificar el movimiento en el poblado, elementos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, federal, custodiaron a los periodistas hasta la zona urbana y pudieron llegar con bien a la Redacción.
Esa misma tarde recibimos a personal del Instituto para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, a quien se le planteó la situación vivida.
Más tarde la CEDH lanzó un comunicado y aunque en él señalaron agresión a periodistas, en realidad nosotros no lo vemos como tal, pues no fue un ataque directo contra la prensa, sino que se dieron así las circunstancias.
¿Qué sigue? Más rigor en la aplicación de protocolos, más prevención y más cuidado, pero seguir informando.
¿Nos vamos a limitar? No más de lo que ya hacemos o debemos hacer: no nos movemos de noche a lugares fuera del área urbana, nos resguardamos si somos los primeros en llegar a hechos donde no haya llegado la autoridad, andamos debidamente identificados como prensa, tanto en vehículos como en indumentaria... en fin, lo que ya sabemos y practicamos.
Ese día, luego de lo vivido, justo antes de llegar a la Redacción, una de las fuentes de seguridad de los que acudieron a El Pozo a “rescatar” a los periodistas nos confirmó que efectivamente encontraron los tres cadáveres que previamente nos habían sido reportados y que nos hicieron ir a ese poblado, y estaban a bordo de una camioneta, como nos lo habían señalado.
“Buen trabajo”, nos dijo.