Arlette, Juan Antonio, Fernando y Brayan comparten historias de valor y entrega como bomberos de Mazatlán

Carlos Álvarez
22 agosto 2025

Cada 22 de agosto se celebra el Día Nacional del Bombero, en homenaje a quienes arriesgan su vida ante emergencias y representan sacrificio, valor y esperanza para la ciudadanía

MAZATLÁN._ Ante cada situación de emergencia que enfrenta Mazatlán, existe un grupo de personas que simbolizan la entrega, sacrificio y esperanza, por lo que cada 22 de agosto se conmemora el Día Nacional del Bombero, para rendir homenaje a hombres y mujeres que, sin importar hora o circunstancia, están dispuestos a arriesgarlo todo por salvaguardar la integridad de los ciudadanos.

En cada sirena que rompe el silencio en la ciudad, están presentes los elementos del Cuerpo Voluntario de Bomberos de Mazatlán, quienes no solo combaten el fuego, sino que luchan contra el miedo, la incertidumbre y el dolor, a la vez que se convierten en un símbolo de fortaleza para la ciudadanía.

Es por esto por lo que, en este día, la mirada se posa en este grupo de héroes, los cuales se enfrentan a emergencias, sacrifican su tiempo personal y cargan en sus hombros un uniforme que representa tradición, hermandad y servicio.

En esta corporación, una nueva generación de jóvenes bomberos comienza a escribir su historia en el puerto, entre ellos se encuentran Arlette Sarahí Martínez Casas, Jesús Fernando García Olivas, Brayan Omar Olivares Díaz y Juan Antonio Figueroa Loaiza, quienes comparten una misma motivación por portar este uniforme y el orgullo de ser parte de esta fraternidad.


Arlette, de la inspiración a la vocación

Con tan solo 21 años de edad, Arlette Sarahí ya acumula casi ocho años dentro del Cuerpo de Bomberos de Mazatlán, donde su historia no tuvo inicio en un camión rojo, ni frente a un incendio, sino en la Cruz Roja, donde formaba parte de un grupo juvenil de servicio comunitario.

Fue en esta institución donde conoció a una mujer que llegó a ser jefa de turno en la Estación Central de Bomberos, lo que la convirtió en su modelo a seguir y en su inspiración para unirse al departamento, donde actualmente se siente plena con la labor que realiza.

“Ha significado un reto muy importante para mí, con cierto grado de dificultad, pero sin duda alguna deja también un crecimiento en mí que considero que ningún otro oficio pudiera haberme dejado y actualmente, creo que no haberme equivocado en dedicar mi juventud a lo que es esta profesión”, dijo Martínez Casas.

Para Arlette, portar el uniforme no solamente es un acto cotidiano, sino un recordatorio de esa responsabilidad adquirida cada vez que lo porta para salvaguardar a la ciudadanía y tratar de convertirse en un ejemplo a seguir.

“Es un orgullo portar este uniforme, que nos da ese sentido de pertenencia y poder ser una inspiración hacia las personas que te rodean. Es algo muy significativo para el bombero. Este uniforme no representa cualquier cosa, sino años de gran trayectoria donde muchísimos bomberos han dejado en este camino y que han forjado gran avance para el departamento”.

Detrás de esta convicción, también están las situaciones complicadas, pues la joven reconoció que al ingresar pocos tienen clara la magnitud de lo que les toca enfrentar, pero gracias a esa hermandad que existe en el departamento estas situaciones se pueden abordar con más tranquilidad.

“Sobre la marcha uno tiene que ir aprendiendo, te forjas y te das cuenta que cada turno puede significar un evento traumático. A veces no pasa ni un día entre una experiencia difícil y otra y eso te exige un equilibrio emocional y psicológico. Es el equipo con el que estás que hace más ameno el poder sobrellevar este tipo de eventos”.

Sin embargo, dentro de las emergencias que ha atendido, también existen aquellas que han dejado algo positivo en su ser y la ha hecho considerar que tomaron la decisión correcta al ser parte de este departamento como lo fue el rescate a una persona atrapada en un vehículo.

“Desde el momento que arribamos a él hasta que se hizo la entrega al hospital, todo el trayecto de la emergencia me hizo recapacitar y reflexionar muchas cosas, fue algo que me hizo a mí poder captar y decir que esto es lo que quería hacer y quererme capacitar más para ser un bombero competente”, puntualizó.


Fernando, el bombero que sueña con inspirar a su hijo

El caso de Jesús Fernando es distinto, pues desde pequeño soñaba con ser bombero y hoy, con 26 años de edad y apenas dos años en el departamento, ese sueño se ha convertido en una realidad que combina sacrificio, orgullo y dedicación.

“Siempre mi vocación ha sido ayudar a los demás. Siempre me ha emocionado ser parte de este equipo y me siento muy orgulloso de él, pues es un sacrificio bastante grande que hacemos como bomberos todo el tiempo”, expresó.

Y es que este sacrificio no es menor, pues a su juventud se le suma un reto personal, el ser papá de un bebé de 6 meses, por lo que dividir el tiempo entre la familia y la estación no es tarea sencilla, pero asegura que lo sostiene el sorteo de servir.

“Sí te pega un poquito venir a dedicar un poquito de tiempo aquí, pero pues después sabes cómo atender a tu familia y a la profesión, pero pues es la vocación de uno, lo que lo tiene aquí es la vocación de servir a la ciudad y de siempre hacer el bien”.

Es por eso que para Fernando el vestir el uniforme es un símbolo de felicidad, pertenencia y compromiso, sobre para poder convertirse algún día en la inspiración y ejemplo para su hijo.

“Quisiera que cuando esté un poquito más grande dijera ‘mi papá es bombero’ con orgullo, que es un sentimiento que no se como expresar, pero me genera mucha felicidad”.

Aunque el bombero también reconoce que esta labor conlleva enfrentar circunstancias difíciles, es conforme a la marcha que poco a poco van aprendiendo cómo actuar y saber manejar este tipo de situaciones.

“Los compañeros podemos manifestar de diferentes maneras, algunos lo manifiestan callados, pensativos, otros riendo o platicando, si es un poco difícil el cómo nos afecta, pero es bueno tener con quien compartirlo en este grupo”, apuntó.

Entre todas las emergencias que ha atendido, Fernando recuerda una que lo marcó desde sus inicios, cuando apenas entraba al departamento, en el que atendió un accidente en carretera y junto a sus compañeros, logró poner a salvo a la víctima de forma ilesa, quien al día siguiente del rescate se presentó a la estación para agradecerles personalmente.

“Sentí una emoción muy grande. Ahí me di cuenta que necesitaba prepararme más, estudiar y echarle todas las ganas a esta vocación por el servicio de la comunidad y me marcó para seguir siendo mejor cada día”.


Brayan, el bombero que encontró en su familia su mayor inspiración

El ser bombero para Brayan no fue una decisión improvisada, fue algo que trae en la sangre al crecer rodeado de hermanos y tíos que ya pertenecían al Cuerpo de Bomberos y que ese ejemplo lo encaminó a seguir esta misma ruta y que hoy reconoce que esta vocación exige mucho pero también otorga grandes satisfacciones.

“Es un trayecto muy difícil, porque uno no se imagina las diferentes situaciones que va a enfrentar. Es un tema difícil estar en este departamento porque no sabemos qué tipo de emergencias vamos a atender, además de que se dedica mucho tiempo al trabajo y es difícil no estar más tiempo con tu familia”, señaló.

Padre de una niña de 4 años, sabe que es complicado no poder compartir todo el tiempo que quisiera con ella, pero a la vez, es ella quien se ha convertido en su principal motor y motivación para proponerse ser uno de los mejores elementos del departamento.

“Cuando un niño dice ‘yo quiero ser bombero’ al verte trabajar y que el simple hecho de que mi hija me diga en un momento ‘papá, yo quiero ser como tú’ o ‘voy a apagar incendios como tú’, me llena de orgullo que son su ejemplo a seguir y seguir siendo su motivación”.

Enfrentar lo inesperado son circunstancias que implica esta profesión y Brayan lo sabe, cada llamada puede significar un incendio, un accidente o una tragedia, y aunque reconoce que los momentos difíciles dejan huella, también lo fortalece.

“Hay rescates muy efectivos en el momento, pero ha habido situaciones complejas que con el paso del tiempo se han superado, pero no se olvidan y uno tiene que saber lidiar con ellos para poder hacer bien tu trabajo por el bien de las personas”.

Por otro lado, también hay recuerdos luminosos en esta profesión para Brayan, como el día que rescató a una adulta mayor en un incendio en su vivienda, quien desde ese día hasta la actualidad, lo sigue buscando para mostrarle gratitud.

“Eso es lo más grande que uno puede tener en esta profesión. Un gracias sincero y un abrazo bien fuerte. Con esto basta”, puntualizó.


Juan Antonio, una invitación de por vida

Con casi 14 años dentro de la corporación y 25 de edad, Juan Antonio recuerda con emoción como su camino como bombero inició a los 12 años, cuando un grupo de bomberos llegó a su colonia y lo invitó a formar parte del programa de cadetes y desde entonces, no ha dejado de portar la camisa “roja” con orgullo.

Hoy, además de ser bombero, Juan Antonio es padre de dos hijos y reconoce que esta combinación de responsabilidades no ha sido del todo sencilla, pero que con el paso del tiempo ha podido manejar de la mejor manera.

“Sí es difícil, como en cualquier institución, porque uno pasa 24 horas fuera y siempre queda pendiente de cómo está la familia. Pero a la vez es muy bonito porque aquí aprendes mucho, tanto para el trabajo como para la vida”, manifestó.

Pero sabe que ese sacrificio se convierte en orgullo cuando escucha a sus hijos hablar de él, sobre todo cuando escucha al más pequeño, de solamente 6 años, cómo lo presume con orgullo entre sus amigos, un gesto que no tiene comparación.

“Cuando les dice ‘mi papá es bombero’ o ‘mi papá es mi héroe’, es un sentimiento muy grande y sin explicación. Me gustaría que si él decide seguir este camino, lo haga para ayudar a las personas, es muy bonito que tu hijo diga esas cosas de ti”.

El atender situaciones complicadas al ser padre tiene un impacto distinto en la labor de ser bombero y Juan Antonio lo sabe muy bien, pues le ha tocado atender emergencias trágicas, como la pérdida de familiares, lo que le ha hecho reflexionar sobre su condición como papá y bombero.

“Eso me ha pegado mucho porque me he visto reflejado. Nos preparan para incendios, rescates, pero no para enfrentar situaciones así. Ahí uno se da cuenta que, aunque seamos bomberos, también somos seres humanos”, expresó.

Pero a pesar de estos momentos, también hay experiencias que reafirman el valor de su vocación, como la vez que atendió a un hombre extranjero que sufrió un paro cardiorespiratorio al ahogarse en una alberca y lograron reanimarlo con maniobras de RCP, para días después recibir la visita de esta persona quien conmovido agradeció su labor para mantenerlo con vida.

“Dos meses después nos buscó para agradecernos, nos invitó a desayunar, se tomó fotos con nosotros. Este tipo de detalles son los que no se olvida, es muy bonito cuando alguien te da las gracias, porque te sientes reconocido”.


Es así como estos jóvenes bomberos representan un futuro prometedor para una corporación que día con día, enfrentan los retos que una ciudad como Mazatlán requiere, y con su energía, entrega e historias, demuestran que ser bombero no es solo una profesión, es una elección de vida.

Una vida que implica estar preparados para servir, inspirar y poder afrontar con firmeza tanto la gratitud como las tragedias, adquiriendo un compromiso que se reafirma con cada guardia, cada sirena que suena y cada “gracias” que reciben por parte de la ciudadanía.

Es por eso, que en medio de tantas exigencias, el Día del Bombero se convierte en un respiro, un momento para fortalecer la hermandad que los une con convivios donde participan y conviven sus dos familias, la de sangre y la del uniforme.