‘Las calles están vacías; los niños temen ir a la escuela’: migrantes viven ola de terror por redadas masivas en Los Ángeles

Animal Político
13 junio 2025

Tras las redadas masivas del gobierno de Donald Trump, que han derivado en protestas, muchos migrantes dejaron de ir a trabajar por miedo a ser deportados y los niños están faltando a clases

“Los migrantes están viviendo una ola de terror”. Martín Cruz nació en Ciudad de México, donde fue brigadista después del terrible sismo del 85. Pero ya lleva más de 35 años en Estados Unidos, país del que ya adoptó la nacionalidad.

Ahí, el activista, líder comunitario y trabajador en una escuela, vive en Los Ángeles; ciudad californiana que, a pesar de ser considerada históricamente como un ‘santuario migrante’ con casi 2 millones de latinos, vivió el fin de semana pasado graves disturbios y enfrentamientos entre manifestantes que repudiaban las redadas masivas para detener a personas migrantes y los casi 5 mil elementos de las fuerzas armadas que envió el gobierno de Donald Trump para sofocar esas protestas.

Por medio de una llamada telefónica, Cruz explica desde Los Ángeles que las redadas del fin de semana pasado son la punta del iceberg de lo que está sucediendo desde que Trump llegó por segunda vez a la Casa Blanca en enero pasado, pues cree que el republicano eligió a esta ciudad angelina, una urbe con casi la mitad de su población de origen latino, como “símbolo” de su cruzada anti-inmigrante.

“En otras grandes ciudades como Chicago o Nueva York también se están viendo grandes protestas en contra de las redadas. Sin embargo, es aquí en California, en Los Ángeles, una ciudad santuario que él (Trump) no está respetando para nada, donde se están haciendo redadas y arrestos a diestra y siniestra”, plantea el líder comunitario, que agrega que producto de esos operativos policiacos y militares la ciudad está inmersa en un clima de “miedo”, una de las palabras más repetidas por ciudadanos e incluso autoridades angelinas en las últimas semanas, y que ese miedo ya está afectando a los más jóvenes.

“Los niños están muy atemorizados con todo lo que está pasando en la ciudad. Yo trabajo en una escuela, y el día de ayer faltaron más de 100 niños por miedo a las redadas. Y los pocos que llegan a venir, porque nacieron acá y tienen documentación, lo hacen también con miedo, pues temen que al regresar a sus casas ya no encuentren a sus padres porque los detuvieron y deportaron”.

Cruz hace una pausa y exhala un suspiro agotado.

“Es muy triste lo que estamos viviendo por el hecho de tener la piel morena y el pelo negro”, agrega.

“Nuestras calles están vacías”

Las redadas en Los Ángeles se han vuelto cotidianas. De hecho, un día antes de las protestas del fin de semana, el pasado viernes 6 de junio, se habían llevado a cabo otras redadas contra personas migrantes por parte de elementos federales del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas, el ICE por sus siglas en inglés, que desataron “miedo en las comunidades”, tal y como denunció públicamente la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass.

“Como alcaldesa de una ciudad orgullosa de su población inmigrante, quienes contribuyen a nuestra ciudad de tantas maneras, estoy profundamente indignada. Estas tácticas siembran terror en nuestras comunidades y perturban los principios básicos de seguridad y debido proceso en nuestra ciudad”, señaló Bass en un comunicado.

Después, las redadas continuaron. El miércoles, Karoline Leavitt, la vocera de la Casa Blanca, anunció que producto de los enfrentamientos con manifestantes del fin de semana pasado en Los Ángeles, al menos 330 migrantes fueron detenidos, de los cuales 113 tendrían antecedentes penales. Aunque la comunidad mexicana y latina en esta ciudad denuncia que la mayoría de arrestos son de personas que no tienen antecedentes criminales y que, aún así, están siendo detenidos y deportados a sus países, y también a centros carcelarios como la ‘megacárcel’ en El Salvador, donde el gobierno de Nayib Bukele recibe a extranjeros con supuestos antecedentes penales a cambio de una ‘tarifa’ de casi 6 millones de dólares.

Mientras que ayer jueves, otro hecho marcó cómo se ha ido produciendo la escalada de tensión en Los Ángeles, especialmente en la última semana: el senador de origen latino Álex Padilla fue esposado y expulsado de un acto de la secretaria de seguridad, Kristi Noem, que está en la ciudad para apoyar las operaciones del ICE en la captura de migrantes sin documentos.

“Si así es como el Gobierno responde a un senador que quiere hacer una pregunta, imagínense lo que están haciendo con campesinos, cocineros u obreros en toda la ciudad”, dijo el legislador tras ser esposado. Ayer también, policías a caballo atacaron a manifestantes para dispersar multitudes en Los Ángeles.

“Trump dijo que iba a ir en contra de los criminales, pero no está siendo así”, plantea el activista méxico-americano Martín Cruz. “Para su gobierno, el simple hecho de haber cruzado la frontera sin documentos y no ser de piel clara, y ojos azules o verdes, ya es motivo suficiente para clasificar a los migrantes como criminales y desatar el miedo en nuestras comunidades”.

Tras los disturbios recientes, que llevó a las autoridades estadounidenses a decretar incluso un toque de queda para que nadie pueda transitar entre 8 de la tarde y 6 de la mañana por la zona centro de Los Ángeles donde se produjeron los enfrentamientos con la policía y los soldados, las calles de una urbe de casi 4 millones de personas se han vaciado en buena medida por el temor a los agentes federales del ICE.

“Nuestras calles están vacías”, apunta Cruz. “Los niños y los jóvenes han dejado de salir a los parques o a hacer deporte porque no se sienten seguros”.

El domingo pasado, por ejemplo, Martín dice que estaba previsto que en su barrio hubiera un partido de futbol entre jóvenes, el cual fue cancelado luego de que alguien le avisara que “iba a llegar la Guardia Nacional y el ICE” a hacer una redada.

“Se siente mucha incertidumbre en la ciudad”

Natalie Godínez, artista y activista de una organización civil llamada ‘Ambos’ que trabaja apoyando a la comunidad migrante en Tijuana, México, y en Los Ángeles, corrobora el efecto que ha generado el miedo a una detención y posterior deportación en una de las ciudades más importantes y cosmopolitas de Estados Unidos.

“Se siente mucha incertidumbre en la ciudad”, apunta Godínez, que también tiene la doble nacionalidad mexicana y estadounidense. “Mucha gente tiene miedo a salir a la calle y eso es algo que se nota hasta en el tráfico, que ha bajado. Y también se nota en el comercio de la ciudad, debido a que muchos migrantes no salen a trabajar por miedo a ser detenidos y expulsados”.

En cuanto a las protestas del domingo pasado, en las que fueron muy comentadas las imágenes y fotografías de personas portando banderas de México y de otros países latinoamericanos, como Guatemala, El Salvador y Honduras, mientras algunos manifestantes quemaban unas patrullas de policía, el líder comunitario Martín Cruz recalca que la mayoría de la población latina es pacífica, por lo que hizo un llamado, al igual que hizo el miércoles la Presidenta Sheinbaum –a quien la secretaria de seguridad Kristi Noem había acusado previamente de alentar “protestas violentas”, a evitar provocaciones y a no caer en actos vandálicos ni violentos.

“Si en las manifestaciones vemos que alguien está agrediendo a alguien, o están rompiendo ventanas o vehículos, todos debemos entregar a esa persona que esté causando destrozos, porque también hay mucho infiltrado que está causando estos desmanes”, apunta Cruz.

“Es decir –agrega–, no es la gente hispana, no es la gente latinoamericana, la que está causando los desmanes, son otras personas con otros intereses. Aunque, claro, también hay jóvenes que se dejan llevar por la pasión”.

Preguntado por esos jóvenes, el líder comunitario expone que en buena medida se trata de personas ya nacidas en Estados Unidos, pero que sus padres se encuentran en situación irregular en el país.

“Son jóvenes que están preocupados por sus padres”, señala Cruz. “El día de ayer, por ejemplo, vi en las noticias a un joven guatemalteco con su bandera. Tenía 16 años. Y estaba protestando porque a su hermano lo deportaron y tenía temor de que ahora deportaran a su madre. Y son casos que, si no nos conmueven como personas, pues entonces no hay humanidad en nosotros”.

Por su parte, Natalie Godínez recalca que en las protestas del fin de semana pasado se vieron banderas de muchas nacionalidades, no solo mexicanas, y opina que portar una bandera en un país extranjero no tiene nada de malo, sino que se trata de un símbolo de unión frente “al odio en la manera en cómo están deteniendo a las personas”.

“A muchas personas se las está llevando la policía solo porque ven que tiene la piel morena. Se los llevan sin verificar sus documentos”, denuncia Godínez, que al ser cuestionada por cómo ve la escalada de tensión que se vive en California y en Estados Unidos por las políticas anti-inmigrantes de la Casa Blanca, lanza un suspiro resignado.

“La verdad, sí hay miedo. Porque no se ve que nadie le pueda poner un freno a Trump”, lamenta la artista y activista méxico-americana.