Vivir y morir en el Siglo 21
Arnoldo Kraus se adentra, desde la bioética y la ética médica, a analizar cómo vivimos y esperamos morir, pues ocasionalmente se trata de alargar no la vida sino la propia muerte: “Todo lo que nace y vive, muere. La cuestión no es determinar por qué sucede ello, ni para qué, sino cómo”.
El Dr. Kraus afirma que la bioética –la ciencia de la supervivencia–, es la filosofía del Siglo 21, la que rige, en un mundo amenazado constantemente por diversos fenómenos, las distintas relaciones de los hombres con la sociedad, la naturaleza y entre ellos mismos. Algunos de los temas de este curso son: eutanasia, suicidio asistido, aborto, dolor, derecho a la salud y al “bien morir”, “voluntad anticipada”, experiencias que, de alguna manera, por razones sociales, religiosas o culturales, se les ignora o ataca de facto.
La vida en el Siglo 20, en una sociedad de continua incertidumbre y movimiento constante, nos lleva a reflexionar también sobre la muerte. La decisión de cómo o cuándo morir, ante la total pérdida de esperanzas, implica no un juicio, sino una reflexión empática. El dolor de uno es el dolor de todo
Arnoldo Kraus “ la eutanasia y el suicidio asistido” son métodos para producir la muerte sin dolor y finalizar con el sufrimiento de pacientes terminales y sin esperanza, quienes solicitan una “buena muerte” de manera autónoma, frente a la pérdida de su dignidad y ante su incapacidad para gozar la vida.
Arnoldo Kraus es un médico que mira la vida a través de cuerpos enfermos y almas heridas. El lenguaje roto por el dolor, y las pérdidas producidas por las enfermedades, alimentan su oficio. Muchas recetas médicas, y algunas páginas de la vida, las escribe gracias a la sabiduría y a las lecciones emanadas a partir del sufrimiento y voz de sus enfermos.
Es académico e investigador de la Facultad de Medicina de la UNAM y columnista. Escribe cada semana en El Universal, mensualmente en Nexos y mantiene un Blog semanal sobre bioética. Es miembro del Colegio de Bioética y del Seminario de Cultura Mexicana.
En su libro: Dolor de uno, dolor de todos, Arnoldo Kraus nos habla constantemente sobre la necesidad que tiene la persona que soporta el dolor de restaurar en su horizonte vital un rayo de esperanza, un sentimiento reconfortante: sentirse escuchado, o tal vez tocado.
Como si lanzara un recordatorio a quienes dan la impresión de haberlo olvidado, el doctor Arnoldo Kraus menciona en este libro que el primer deber del médico es aliviar el sufrimiento; que el dolor no es un beneficio sino un agobio que pesa sobre el enfermo, haciéndolo más enfermo de lo que sería sin él.
La muerte es una condición de la vida, es parte de ella y es sólo un momento en el ciclo continuo de la existencia natural y humana; la muerte no es definitiva, ni un final desastroso para los seres humanos, sino que es parte de un proceso de transformación que garantiza la existencia perenne de la naturaleza.
La muerte es inevitable para todos los seres vivos, pero eso no significa que no debamos hacer todo lo posible por prolongar nuestras vidas. La lucha contra la muerte es un instinto natural que nos permite seguir adelante y vivir plenamente. Además, la vida es un regalo valioso y no debemos desperdiciarla.
En el Siglo 21, la vida se ha vuelto innegablemente compleja . El ritmo del avance tecnológico, los cambios en las normas sociales y los desafíos globales han dado lugar a una serie de complicaciones que nuestros antepasados no habrían podido imaginar.
Todo ser humano tiene que asumir una gran tarea, encargarse de su vida, aprender a vivir. La muerte nos impulsa a vivir una existencia más auténtica: aceptar nuestra finitud, apreciar nuestra condición itinerante, relativizar la acumulación de bienes y las funciones sociales, descalificar los egoísmos y el afán de lucro, a no desperdiciar el tiempo, sino disfrutar la seriedad del momento y la tarea presente.
Muchos pensadores antiguos y modernos, señalan que la filosofía, el amor a la sabiduría, posee entre sus principales funciones el aprender o enseñar a morir. En el fondo, aprender a morir es aprender a vivir, lo cual implica dar a la vida una finalidad, una dirección y un sentido, que va más allá del instinto de conservación y cultiva el instinto de superación.