El egocéntrico

Octavio Robledo
03 mayo 2025

Las personas egocéntricas suelen necesitar confirmación constante de su valor y capacidades. Aunque no siempre lo expresen de forma directa, buscan ser el centro de atención en las conversaciones y situaciones, y pueden sentirse frustradas o ignoradas cuando no lo consiguen.

Un ególatra puede tener una personalidad encantadora y comportarse como un déspota a la vez. En las relaciones familiares y de pareja son aprovechados y muy manipuladores. Por otro lado, encuentran dificultad para trabajar en grupo y suelen tener problemas para establecer amistades y mantenerlas. Al creerse especiales, no aceptan la crítica y menosprecian a los demás.

Aquellas personas con personalidad egocéntrica presentan de cara a la sociedad una autoconfianza arrolladora y una gran autoestima. Pero esto no es real, porque al final es un mecanismo de defensa, escondiendo una autoestima muy frágil y una autoconfianza poco sólida, ambas sujetas a la variabilidad de opiniones externas.

A pesar de que la imagen externa del egocéntrico puede aparentar una gran confianza en sí mismo, la realidad es muy distinta. Las personas egocéntricas suelen ser, por regla general, inseguras. Según el psicólogo alemán Erich Fromm, esto se debe a un mecanismo de defensa (1991). Proyectan una autoconfianza artificiosa y parecen convencidos de todo lo que dicen, es por ello que pueden resultar persuasivos y ser capaces de actuar como si tuvieran una gran autoestima.

A consecuencia de sus sentimientos de grandeza, las personas egocéntricas pueden estar focalizadas de forma constante en sus fantasías de poder, éxito, amor, sexo, etcétera. No es raro que piensen que en cualquier momento su vida profesional será de tanto éxito que se convertirán en millonarios.

Quieren destacar por encima de los demás, sea como sea y del tema que sea, porque se dan demasiada importancia. Suelen ser celosos. Quieren lo que tienen otras personas y esto les sitúa en personas envidiosas que cada vez quieren querer más. Son más frágiles de lo aparentan y esconden este carácter para no mostrar su verdadera cara.

Tienen una realidad distorsionada de ellos mismos porque se creen seres casi especiales, muy importantes y se ven superiores de los demás. Tales personas necesitan estar siempre halagados y admirados por los otros, y de hecho se muestran hipersensibles a cualquier crítica externa. Siempre se comparan con los demás y emanan esa actitud de superioridad, poniéndose por encima de la persona en cuestión y descalificando sus logros despectivamente.

Se observa que se valoran excesivamente a sí mismos. No obstante, el investigador D.M. Svarkic sostiene que esta actitud puede indicar justo lo contrario: una autoestima frágil que intentan compensar mediante esfuerzos para ser respetados, reconocidos y admirados por las demás personas.

La persona egocéntrica cree poseer grandes talentos y habilidades especiales, y piensa que sus problemas y necesidades sólo pueden ser atendidos por personas con gran capacidad y prestigio. El egocéntrico solo acepta la realidad que encaja con sus ensueños de grandiosidad. Tiende a no dar crédito o rechazar aquellos aspectos de su vida que ponen en tela de juicio su prestigio y su imagen de persona perfecta y admirable.

No puede reconocer los sentimientos de los demás. La pobre manifestación de sentimientos y gestos afectivos hacia las personas de su entorno, contrasta con la necesidad del egocéntrico de ser admirado, halagado y respetado. Se muestra poco sensible ante los demás.

Tiene dificultad para valorar las características personales de la persona de su entorno. Este punto genera una falta total de compromiso, empatía y afectividad entre la persona egocéntrica y sus allegados.

Reacciona de manera excesiva ante las críticas que recibe. Aunque pueda no expresarlo de forma directa, el sujeto con personalidad egocéntrica es muy proclive a sentirse ofendido ante cualquier crítica. Considera que los demás no tienen suficiente nivel o autoridad para juzgarle, y que probablemente las críticas se deban a la envidia que despierta. Suelen mostrarse excesivamente susceptibles.

Le preocupa sentirse valorado como mejor que los demás. La persona egocéntrica expresa sentimientos de envidia, ya que no es capaz de aceptar el éxito ajeno. Tampoco son capaces de aceptar la ayuda de otra persona. Este último punto es paradójico, puesto que a pesar de que necesitan recibir elogios y respeto por parte de los demás, se muestran incapaces de aceptar ninguna clase de ayuda.

Solitario y pesimista

La persona egocéntrica, se caracteriza por sufrir sensaciones de vacío existencial y tristeza. La soledad es uno de los síntomas de la personalidad egocéntrica, puesto que poco a poco van siendo rechazados por las personas próximas (amigos, familiares, compañeros).

La persona egocéntrica se cree con derecho a recibir un trato preferente y ciertos privilegios respecto a los demás. Esto se manifiesta en las muestras de orgullo, vanidad y en los momentos en que se exige que se le otorguen ciertos privilegios.

Las personas egocéntricas también suelen mentir. Por esto es mejor no creerle sus mentiras, ni hacer caso de sus fantasías. Lo mejor es hacerle entender en razón y no dejarse manipular. Si crees realmente que lo que tienes con esta persona, sea amistad, o relación es algo tóxico, entonces lo mejor es que asista a terapia psicológica o alejarse del todo, porque podemos salir heridos.