Impunidad, traumas y burocracia: el robo de vehículo en Sinaloa convertido en el crimen sin distinción

Humberto Quintero
08 septiembre 2025

Desde el estallido de una disputa entre los dos principales bandos del Cártel de Sinaloa hace un año, no ha habido rincón de la entidad ni de Culiacán que quede exento de ser escenario de un delito cuya contención ha sido una misión fallida del Estado

Para Natalia era otro sábado por la noche, de visita con la familia en la casa de su abuela, que queda a 500 metros de la suya, ambas en una sindicatura de Culiacán.

Durante la semana se enteraron sobre algunas balaceras que hubo en el municipio, al otro extremo de Culiacán, y precisamente la lejanía de esos hechos violentos les hizo pensar que en la sindicatura estarían a salvo de ser víctimas de algún crimen.

“Sí sabíamos que pasaban cosas afuera de Culiacán. Sabíamos que la situación estaba más que nada afectando a la gente que, como quien dice, andaba mal. Sí habíamos visto videos de que estaban quitando carros, pero no era tan común para esas fechas, y en el pueblo pues menos, porque apenas estaba empezando apenas ese show de no andar tan tarde”, recuerda.

“Fuimos con mi abuela, que está cerca de mi casa dentro de lo que cabe, a unos cinco minutos o menos en carro. Estuvimos todo el día ahí, anduvimos en mi carro y para no venirnos tan tarde nos vinimos ya todos de con mi abuela a las 10:20, 10:30, porque hemos estado más tarde con mi abuela, pero por la situación de que no debíamos estar tan noche”.

Debido a que llovió por aquellas fechas, en septiembre del 2024, tomó una ruta más larga para regresar a su casa, en lugar de recorrer los 500 metros de su trayecto normal, se desvió para entrar a su casa por la avenida principal de la sindicatura, que hasta entonces lucía como una guarida ante la inseguridad que padecían los citadinos.

En su retorno a casa viajó con Pablo, su prometido, con quien tenía planes de boda para el siguiente año.

De un momento a otro, atestiguaron cómo la violencia derivada de una guerra entre grupos delincuenciales dejó de ser ajena a lo que consideraban un espacio seguro en medio de la crisis.

“Se podría decir que es una de las avenidas principales, porque ahí está la secundaria y todo ese rollo, viene desde la principal, tomamos esa calle, y como personas crédulas nada nos había pasado aquí, y menos tan temprano dentro de lo que cabe. Decidimos tomar esa calle y a la altura de la secundaria, venía viendo para los costados, no venía viendo hacia enfrente. Cuando volteo hacia enfrente veo que un carro se atraviesa, pero en primera instancia lo que pensé ‘va a dar vuelta en ‘U’ para regresarse’ hacia la principal”, detalló.

“Ya cuando le empieza a dar reversa, vemos que se bajan de un carro dos personas, se bajaron de la parte de atrás porque ya cuando volteé, ya cuando vi que esa gente se bajó armada y encapuchada dije ‘a la bestia, ya, nos van a quitar el carro’ o ‘a lo mejor vienen buscando a alguien’, pasaron muchas cosas por mi mente, y ya cuando nos apuntaron, nos siguieron apuntando hasta que llegaron con Pablo, nos dijeron ‘bájate’, abrí las puertas, nos dijeron que nos bajáramos y pues lo primero que estaban preguntando del carro es que si tenía GPS, que si era de alguna empresa”.

Luego les dijeron ‘bajen rápido todo del carro, lo que puedan, rápido’, entonces Natalia bajó a su perro.

Los dos actuaron tranquilos, más porque les dijeron que según les iban a dejar el carro en alguna parte, pero no lo hicieron.

También dijeron que lo iban a dejar en un Oxxo cerca de ahí, pero tampoco pasó.

“Escuchamos que ese mismo carro como que quiso seguir a otra persona de aquí, pero esa persona creo que sí alcanzó a encerrarse en alguna parte, entonces no fueron despojados del carro, creo que nomás fue a nosotros. Ya cuando nos bajamos fue cuando yo empecé a llorar”, recuerda Natalia.

“No era tan tarde, para nosotros no era tan tarde dentro de lo que cabe, era una salida común de nosotros. Empecé a llorar, a temblar, estábamos como a cuatro cuadras de la casa, no pensé que ahí me fuera a pasar algo así”.


La guerra que sufren quienes no la luchan

El 9 de septiembre de 2024 se fijó como la fecha de inicio de una disputa entre “Los Chapitos” y “Los Mayos”, principales facciones del Cártel de Sinaloa, por la hegemonía de esta organización criminal.

Sus estragos se han traducido en una alza delictiva histórica para el Estado, enfocada principalmente en los homicidios dolosos, la privación ilegal de la libertad y desaparición de personas, y los robos de vehículos principalmente con el uso de armas de fuego.

Según una base de datos construida por Datemex y nutrida por cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hasta el 6 de septiembre, el registro es de 6 mil 990 vehículos despojados en Sinaloa, lo cual equivale a un promedio diario de 19.3 despojos. Antes del estallido de la guerra interna del Cártel de Sinaloa, el promedio en 2024 era de 7.5 robos diarios.

En este contexto de violencia exacerbada, los últimos 12 meses promedian más de 400 robos de vehículos, siendo los más agravados mayo del 2025 con 694, octubre del 2024 con 680, enero del 2025 con 629, y abril y junio en los que se denunciaron 606 despojos, según datos de la Fiscalía General de Sinaloa.

A un año de declarada la guerra entre los bandos delincuenciales, las autoridades no han restablecido el orden y la paz, y este año persiste el agravio por el robo de automóviles.

Con 4 mil 648 casos hasta agosto, 2025 ya pinta para ser el año con más robos de vehículos desde el 2018, cuando se registraron 5 mil 851 atracos, de acuerdo con la FGE.

Aunque se ha recrudecido en este periodo de crisis, el despojo de autos en Sinaloa es una problemática de antaño.

Desde el 2004, el promedio diario de robo de vehículos siempre ha superado los 10 despojos, con las excepciones de 2020, cuando registró 9.65, y 2022, con 8.93.

A partir del 2023, cuando ascendió a 10.29 de promedio, continuó subiendo a 10.8. Lo peor llegó a la mitad del 2025, pues subió a 12.73 robos al día.

Como respuesta a la ola de robos de autos, la Fiscalía General del Estado diseñó un mapa en el que se refleja la incidencia delictiva en los últimos 12 meses, en los que sitúa cada uno de los robos denunciados, con las fechas en que se perpetraron, así como la descripción de cada vehículo robado.

La apariencia de este recurso orientativo refleja la profunda crisis y riesgo al que queda expuesta la ciudadanía ante la falta de garantías de las autoridades, pues tal y como lo muestra el mapa, no hay rincón de Sinaloa y mucho menos de Culiacán que quede exento de ser escenario de este delito.

En Sinaloa, en poco más de tres décadas, desde 1993 hasta el 2024, se han robado 147 mil 241 vehículos, conforme al Diagnóstico Anual 2024 del Consejo Estatal de Seguridad Pública.

Este mismo organismo expuso recientemente que, durante el 2024, el 75 por ciento del total de robos de vehículos fueron cometidos con violencia, asociados sobre todo con el uso de armas de fuego.

Solo en ese año, se denunciaron 3 mil 985 vehículos robados en Sinaloa.

Los 10 tipos de vehículos con mayor número de denuncias fueron motocicletas con mil 269, tipos sedán con 970, camionetas pick-up con 671, SUV con 418, vagonetas con 130, hatch-back con 60, mini-moto con 51, jeep con 36, chasis 28 y tractor 21.

Para dimensionar la magnitud de estas cifras, el CESP explicó que, si se colocaran en fila, los 3 mil 985 automóviles robados en 2024 podrían cubrir ida y vuelta la avenida Álvaro Obregón, principal vialidad de Culiacán, desde el templo La Lomita hasta la colonia Rotarismo, donde llega la zona urbanizada. Esto equivale a un recorrido de 19.6 kilómetros.


La burocracia, el otro castigo a la víctima

Natalia y Pablo lograron regresar a casa sin el vehículo y con su tranquilidad trastocada por un asalto en el corazón de la sindicatura.

“Ya llegué, abracé a mi hermano, él fue el que hizo la denuncia, yo estaba temblando todavía, como que estaba en shock por lo que había pasado, Pablo no reaccionó hasta después”, agregó Natalia.

Para iniciar el trámite del cobro del seguro del auto, constató lo que había escuchado algunos días antes: en Culiacán y en Sinaloa inició el conflicto de unos, y por el cual sufren todos los demás.

“Marcamos y ya vinieron aquí a la casa para hacer la entrevista de que nos habían quitado el carro y todo ese rollo, el seguro nos dijo que eso teníamos que hacer, teníamos que ir al Ministerio, que ya que nos dieran toda la carta esa. Tenemos que ir a registrar que nos fue arrebatado un vehículo y tienes que llevar todo el papelero, cosas que uno no sabe. La factura del carro, que tienes que volver a contar todo lo sucedido, el que iba manejando fue al que le hicieron la entrevista”, criticó.

Entraron al proceso de que el Ministerio Público va a buscar el carro como parte de una reacción por la denuncia y el robo.

“... que en este caso obviamente que no, porque pues la primera sorpresa es que llegas ahí y te das cuenta de que no es el único caso, no soy una persona especial aquí”, lamentó Natalia.

En el lugar entendió que todo el trámite llevaría más tiempo.

Miró a muchas personas que eran de empresas como Bimbo o Gamesa, otras personas a quienes les quitaron la moto.

“Me enteré que a otro muchacho que se lo quitaron en Villa Juárez y el morro es de Culiacán, entonces en su caso él se vino caminando desde allá hasta Culiacán, solo, por la carretera”, dijo sorprendida.

“Yo no sabía la magnitud de que estaban quitando autos hasta que llegué al Ministerio. Como tienes que darle seguimiento a lo del seguimiento, me di cuenta que cada vez que iba a checar qué rollo, cómo iba el trámite, veía gente, y veía gente, y veía gente”.

Una vez denunciado el robo, las autoridades ministeriales marcan un plazo de tiempo para recuperar el vehículo y, de no localizarlo, entregar una constancia que le permita a la víctima hacer válido el cobro del seguro.

Según el Consejo Estatal de Seguridad Pública, de todas las unidades robadas durante el 2024 en Sinaloa, se recuperó el 12.5 por ciento de ellas, o lo mismo, uno de cada ocho autos que se despojan al día.


Las personas ‘especiales’

El 7 de octubre del 2024, la Alcaldesa electa de Mazatlán, Estrella Palacios Domínguez, transitaba en una camioneta Chevrolet Tahoe sobre la maxipista Culiacán-Mazatlán con rumbo a la capital sinaloense para una reunión en Palacio de Gobierno.

La interceptaron, la despojaron de su camioneta, y un par de horas después, la localizaron abandonada a 300 metros de la caseta de cobro cercana a Quilá, en Culiacán.

Lo mismo ocurrió el 28 de agosto del 2025, cuando a un funcionario de la Secretaría de Economía de Sinaloa le robaron un automóvil oficial de la dependencia, modelo 2023, sobre el bulevar Pedro Infante en Culiacán. Algunas horas después, la unidad se encontró abandonada en la colonia Agustina Ramírez.

Y el 3 de septiembre del 2025, el famoso hipnotizador John Milton sufrió el despojo de su camioneta cuando se encontraba por la carretera Culiacán-Eldorado.

Menos de seis horas después del evento, autoridades localizaron su unidad Cadillac modelo 2025 cerca de Ejido San Román, al sur de Culiacán.

A casi un año de sucedido, a Natalia no le han notificado la recuperación o localización de su automóvil.

La justicia a cuenta gotas contra un diluvio de crímenes

En 2024, la impunidad por robos de vehículos en Sinaloa fue del 99.63 por ciento respecto a las 3 mil 985 denuncias presentadas en el año.

El Supremo Tribunal de Justicia emitió 15 sentencias de procedimiento abreviado, y ninguna sentencia condenatoria por juicio oral, según el CESP.

Según un caso obtenido por Datemex vía solicitud de información, una persona se declaró culpable por Robo de Vehículo con uso de arma de fuego el pasado 13 de febrero del 2025, por hechos perpetrados en 2023, y mediante un procedimiento abreviado.

Su castigo consistió en una condena de nueve años en prisión y el pago de 31 mil 122 pesos como multa y 3 mil pesos como reparación del daño.

Su detención fue posible porque, al robar el carro, la víctima pidió que le dejaran tomar su teléfono antes de bajar del vehículo, el asaltante lanzó su propio teléfono creyendo que era el de la víctima, y a través del cual lograron encontrar un perfil de internet del asaltante en el que vendía el carro robado.


Los ecos de un despojo: robo de vehículo y de tranquilidad

Desde aquella noche, Natalia y Pablo adaptaron medidas de prevención equiparables a un reflejo para evitar un nuevo episodio de criminalidad.

“Se te quedan como que en la mente de que ‘¿me estarán siguiendo?’, igual se te queda ese traumita de que si alguien que se baja de una de un carro dices ‘inga, me van a quitar el carro¿. Es una reacción como que por lo que me sucedió, lo que me pasó a mí”, compartió.

“Nomás estamos viendo, si veíamos que un carro venía y estaba sola la calle, mejor apagábamos el carro y nos esperamos a que pasara ese carro, para nosotros irnos más recio. Eso fue como que las cositas que nos quedaron a nosotros”.

También pensó en usar el camión urbano para hacer sus vueltas, pero igual está el riesgo de si te agarra una balacera, pensó, y “si me toca estar en un mal momento en alguna parte”.

“Se te quedan los traumitas, los traumas de que te va a pasar algo cuando vas a salir, ya a mí el salir de noche o venir de noche de alguna parte nomás volteo para todos lados”, lamentó.

Para las autoridades de Sinaloa, las 406 denuncias por robo de vehículo presentadas en agosto del 2025 son una señal de que el delito disminuye su presencia en la entidad, porque en mayo fueron 694, en junio 606 y en julio 557.

Para Natalia, una ciudadana y arquitecta, ha supuesto perder parte de su patrimonio, sin recibir resultados ni respuestas de las autoridades ni de la aseguradora.

“Se supone que este mes, ya a un año, apenas ya se está poniendo de acuerdo con el banco, ya me pidió otras cosas el banco, no sabemos si lo está alargando el banco esto o qué rollo, pero ya vamos a un año y todavía no recibimos lo del seguro, lo que según te corresponde, es un show”, explicó.

“Sí te da para abajo, porque ya estaba acostumbrada, ya seis años con mi carro, era más independiente de estarme movilizando yo, se me atravesó con una boda, no pude comprar carro para mí, tenía gastos de boda, tenía gastos de casa, y como que se me vino todo”.

Lo peor, dijo, es que el Estado ha cumplido un año sumido ante una ola de violencia a la cual se le fijó fecha de inicio, pero no se avizora la de conclusión.

“Estás con la duda, con la incertidumbre de que no para esto, ya va a cumplir un año y a veces pienso que va para lo peor. Como que siento que es un círculo que quién sabe cuándo va a acabar”, finalizó.