Las cooperativas, una alternativa de cuidado mutuo y ambiental

Oceana
12 julio 2025

El 5 de julio se celebra el Día Internacional de las Cooperativas, y es fundamental reconocer que gran parte del trabajo de conservación de los recursos pesqueros y del cuidado de los ecosistemas marinos surge de las iniciativas de las personas pescadoras del sector ribereño.

Para ellas, la organización cooperativista representa una oportunidad de mantener sus formas de vida e impulsar modelos económicos centrados en el bienestar humano y el cuidado ambiental, y no en la acumulación de riquezas.

Las cooperativas son agrupaciones de individuos con intereses comunes. Su objetivo es satisfacer sus necesidades individuales y colectivas a través de la cooperación, el esfuerzo propio y la ayuda mutua, buscando justicia social. En tanto que las ganancias, son un medio para garantizar la vida digna de la comunidad.

La primera cooperativa surgió en Rochdale, Inglaterra, en 1840, cuando un grupo de trabajadores algodoneros, en condiciones de extrema precariedad y sin ningún tipo de derecho laboral, se organizaron para, en conjunto, generar las condiciones y vivir dignamente de su trabajo. Ante el éxito conseguido, muchas personas obreras y campesinas comenzaron a replicar su modelo organizativo alrededor del mundo.

El movimiento cooperativista ha sido fundamental en el desarrollo social de México desde la década de 1870 y, a partir de 1925, para el sector pesquero ribereño, uno de los pilares de la soberanía alimentaria de nuestro país.

En principio, surgió como respuesta a la explotación laboral y a las pésimas condiciones de vida que enfrentaban las personas obreras y campesinas. Y así, un fuerte movimiento campesino-obrero gestó los primeros procesos cooperativistas a finales del Porfiriato.

Después de la Revolución, se redactó la primera Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en 1917, donde se reconocieron los derechos básicos de las personas trabajadoras, dando central importancia al sector agrícola y pesquero como base de la soberanía nacional.

Después, en 1925, entró en vigor la primera Ley de Sociedades Cooperativas, y se redactó también la primera Ley de Pesca que buscó ordenar y regular el aprovechamiento de los recursos pesqueros, dando prioridad a las personas organizadas dentro del modelo cooperativista para el aprovechamiento de los recursos del mar. A partir de entonces, gran parte del sector de pesca ribereño adoptó el modelo de cooperativas para cuidar y aprovechar los recursos marinos, con un respaldo importante por parte del Estado.

Sin embargo, a partir de 1980, México cambió su modelo de desarrollo; disminuyó los estímulos a las cooperativas pesqueras y promovió las inversiones de la iniciativa privada. Este cambio de política pública limitó el crecimiento de las cooperativas pesqueras, su capacidad de comercialización y de incidir en el desarrollo de las comunidades costeras para garantizar una forma de vida digna para las y los jóvenes pescadores.

A pesar de la disminución de apoyos por parte del gobierno a las cooperativas pesqueras, en el 2015 estaban documentadas cerca de 3 mil 200 sociedades cooperativas pesqueras en México, según el Diagnóstico Nacional de las Organizaciones Pesqueras de México.

El modelo de cooperativas sigue siendo fundamental para la soberanía alimentaria del País, la generación de empleos y el cuidado de los recursos marinos. Para muchas personas, el mantenerse organizadas y unidas es un mecanismo eficiente para enfrentar las problemáticas sociales de nuestro país e impulsar modelos de desarrollo que tengan como prioridad el cuidado de las relaciones sociales y del medio ambiente.

Las cooperativas no son sólo una fuente de generación de empleos, sino un modelo de organización social que apuesta por el bien colectivo y el cuidado de nuestro entorno. Por ello, debemos reconocer el esfuerzo de quienes día a día salen a pescar para alimentarnos y, al mismo tiempo, con sus acciones de cuidado, garantizan que los recursos pesqueros permanezcan para las generaciones futuras.

El autor es León Pérez, coordinador de los trabajos en campo de Oceana en México.