La Presidenta se afirma

Arturo Santamaría Gómez
13 septiembre 2025

1. La Presidenta Claudia Sheinbaum tomó una decisión estratégica, valiente e inteligente: dar un paso decisivo y firme para enfrentar la corrupción en las filas de la administración pública y a la vez, tan importante como lo primero: envía una poderosa señal de independencia ante Andrés Manuel López Obrador, cuando revela y persigue a una red de huachicol encabezado por el vicealmirante Manuel Roberto Farías y su hermano, el contraalmirante Fernando Farías, la cual se inició en el sexenio del político de Macuspana.

La titular del Ejecutivo dio la orden de aprender a los hermanos amafiados con el pleno consentimiento de los secretarios de Marina y de Defensa. Sin el visto bueno de los militares la Mandataria no lo hubiese hecho. Lo cual quiere decir, que los jefes de las Fuerzas Armadas reconocen que la Dra. Sheinbaum es la Comandanta Suprema, la líder política que conduce los destinos del país y que nadie puede disputarle esa jerarquía. Ni el mismo Andrés Manuel López Obrador. Con el respaldo de los jefes militares ningún personaje le puede disputar a la Presidenta Sheinbaum la dirección de los asuntos públicos de México, tal y como lo mandataron las urnas y la Constitución.

La mano del ex presidente López Obrador en el Gabinete Presidencial y en algunas decisiones políticas que ha tomado la Dra. Sheinbaum, a partir de ahora será cada vez menos relevante. Sin embargo, eso no implicará un rompimiento con el fundador y estratega de Morena y la 4T. La inquilina de Palacio Nacional se hace de mayor autonomía, se empodera, pero no persigue al ahora vecino de Palenque. Claudia Sheinbaum no tuvo que exiliar a quien la impulsó a la Presidencia, como lo hicieron Cárdenas, Echeverría y Zedillo, con Calles, López Portillo y Salinas de Gortari, para políticamente disminuir a su mentor.

Claudia Sheinbaum no perseguirá, ni enjuiciará a López Obrador por el huachicoleo de los marinos ni por ningún caso, incluso lo protegerá políticamente, pero es claro que la Presidenta ya dio un enorme paso en su autonomía política. Y seguirá defendiendo al tabasqueño -al margen de la estimación que le pueda tener- porque éste es un símbolo y un baluarte para los integrantes de Morena y sus seguidores. Un enfrentamiento con él se traduciría en la desestabilización de la 4T y una potencial crisis del gobierno de Claudia Sheinbaum.

López Obrador tendrá que aceptar la nueva realidad, su influencia en el gobierno de Claudia Sheinbaum disminuye o se anula porque los jefes de las Fuerzas Armadas están con la Presidenta, y, además, lo más probable es que otros casos de corrupción que se hayan gestado durante la administración obradorista también sean denunciados y perseguidos por el nuevo gobierno, ya que hacerlo es una necesidad imperiosa tanto por razones políticas como financieras y porque también esas son las convicciones éticas de la Presidenta.

No sabemos hasta dónde puede llegar el caso del huachicoleo de los hermanos Farías y sus cómplices. Lo deseable, para el bien de la República, es que llegase lo más lejos posible, pero a ese golpe tiene que seguir muchos más. Hacerlo traerían confianza a los inversionistas nacionales y extranjeros, y a la ciudadanía mexicana.

2. Los habitantes más dignos y valientes de Culiacán tomaron las calles para protestar contra la violencia criminal, clamar y exigir paz a dos días de que se iniciara la guerra narca.

Cuando la guerra empezó, me atreví a decir que sería prolongada. Tal pronóstico se apoyaba en las profundas raíces que tiene el tráfico de estupefacientes en Sinaloa, prácticamente de un siglo de antigüedad, si tomamos en cuenta los primeros fumaderos de opio de los años 20 del Siglo XX en Culiacán y Mazatlán. Si somos realistas y aceptamos que los narcos sinaloenses tienen una amplia base social dentro y fuera del estado. Cuando sabemos que desde hace décadas penetraron las estructuras policiales y políticas del estado. Cuando, a vista de todos, hemos visto su enorme poderío financiero y capacidad de fuego. Y, cuando sabemos que las facciones que constituían el Cártel de Sinaloa lograron convertir a su negocio en una empresa transnacional de la que fluyen recursos que parecen inagotables, debemos reconocer que enfrentarlos es una tarea enorme que sólo la Federación puede sostener.

Es muy ingenuo pensar, como han dicho periodistas de la CDMX, e incluso de Sinaloa, que desconocen la enorme complejidad del narco en Sinaloa, “que basta que las Fuerzas Armadas se decidan para acabar con los maleantes”. No es así, y menos cuando la táctica militar de los narcos es tipo guerra de guerrillas, donde pequeños grupos diseminados en un territorio atacan sorpresivamente para después replegarse protegidos por sus bases sociales. Si las guerrillas revolucionarias con mucho menos gente, menos armas y muchos menos recursos financieros han enfrentado durante años a experimentados ejércitos, los grupos armados del crimen organizado pueden seguir mucho tiempo peleando.

El Gobierno Federal está haciendo bien las cosas, pero esta guerra, para acabarla, no es asunto de mera voluntad. Lo cierto es que, sin duda, la acción ciudadana que presiona y exige, como la del pasado domingo en Culiacán, contribuye a que la paz no se vea muy lejos.