El camino de la paz

Rodolfo Díaz Fonseca
30 diciembre 2021

La paz es uno de los máximos anhelos del ser humano y uno de los mayores dones de Dios, como se expresó en el nacimiento de Jesús: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad” (Lc 2,14).

El mismo Maestro, durante su ministerio proclamó a sus discípulos: “La paz les dejo, mi paz les doy: no se las doy como la da el mundo. No se turbe su corazón, ni tengan miedo” (Juan 14:27).

Muy claramente, Jesús dice que su paz no es como la que ofrece el mundo. ¿Cuál es la diferencia? La paz del mundo está basada en un frágil equilibrio de poderes y de mezquinas voluntades, mientras que la paz del Reino de Dios se fundamenta en un amor desinteresado y en una entrega generosa.

Sin embargo, este ideal puede quedarse en una etérea fórmula sin concreciones prácticas; por eso, el Papa Francisco señaló tres caminos concretos: “Avanzar en diálogo intergeneracional, educación y trabajo”.

El Pontífice subrayó que no basta la buena voluntad para establecer la paz, sino que se requieren compromisos directos y precisos que atenúen o disipen las brumas del egoísmo y desinterés:

“A pesar de los numerosos esfuerzos encaminados a un diálogo constructivo entre las naciones, el ruido ensordecedor de las guerras y los conflictos se amplifica, mientras se propagan enfermedades de proporciones pandémicas, se agravan los efectos del cambio climático y de la degradación del medioambiente, empeora la tragedia del hambre y la sed, y sigue dominando un modelo económico que se basa más en el individualismo que en el compartir solidario”.

Es claro que no se puede conseguir la paz sólo con buenos propósitos, sino que se requieren decididas acciones.

¿Construyo el camino de la paz?