Cuando la herencia divide: el valor del dinero que no aprendemos a producir

Luis Raúl Billy Irigoyen Carrillo
17 septiembre 2025

La herencia suele ser vista como una oportunidad para asegurar el bienestar de las siguientes generaciones, pero desde la perspectiva de la psicología financiera, el dinero heredado puede convertirse tanto en una bendición como en una carga. Todo depende de la mentalidad de los herederos, de las habilidades que hayan desarrollado para producir ingresos y de la dinámica familiar que rodea al patrimonio. El dinero no es neutro, acarrea significados, expectativas y, con frecuencia, conflictos.

Existe una diferencia profunda entre el dinero que se aprende a producir y aquel que llega sin esfuerzo. El primero se valora porque representa disciplina, resiliencia y la capacidad de transformar el tiempo y el conocimiento en recursos. El segundo, al carecer de ese vínculo emocional con el esfuerzo, suele desvanecerse con mayor facilidad. Dinero que no aprende a producirse realmente no se valora igual. Las historias abundan: fortunas que se diluyen en una generación, herederos que malgastan lo recibido, familias enteras que confunden abundancia con eternidad. Cuando no hay un aprendizaje previo de cómo generar ingresos, la herencia deja de ser una oportunidad y se convierte en un problema.

Aquí entra en juego el desarrollo de las habilidades de producción de ingresos. Saber crear proyectos rentables, mantenerse vigente en un mercado competitivo, administrar de manera consciente los recursos y sobreponerse a los fracasos financieros son aprendizajes que protegen contra la dependencia. Estas habilidades funcionan como un ancla: cuando se tienen, la herencia se convierte en un multiplicador de riqueza; cuando no existen, el dinero heredado es como agua en las manos.

Pero la herencia no solo es dinero, también es un detonador emocional. La historia está llena de hermanos que dejan de hablarse, de familias fragmentadas por la sensación de injusticia o de hijos que viven bajo la sombra del patrimonio recibido sin poder construir su propia identidad. Los problemas familiares suelen aparecer cuando no hay una planeación clara, cuando los testamentos brillan por su ausencia o cuando la percepción de justicia es distinta para cada heredero. A la carga económica se suma la carga emocional: comparaciones, rivalidades, juicios. En muchos casos, el dinero más que unir, divide.

Un fenómeno aún más complejo es la expectativa pasiva de quienes viven esperando una herencia. Esa dependencia de un futuro incierto mata la iniciativa y debilita la autoestima. Quien espera heredar, muchas veces posterga su propio desarrollo profesional o empresarial bajo la ilusión de que “algún día” llegará el dinero que resolverá sus problemas. Esta mentalidad se convierte en un círculo vicioso: se pierde el hábito de generar ingresos propios y, cuando el dinero finalmente llega, la falta de disciplina lo convierte en una carga más que en una bendición.

A todo ello se suma la dimensión fiscal. En México, las herencias no pagan Impuesto Sobre la Renta cuando son entre padres e hijos o entre cónyuges, lo que las hace atractivas en comparación con otros esquemas. Sin embargo, heredar implica también costos indirectos: derechos notariales, impuestos sobre adquisición de inmuebles en algunos casos y gastos administrativos. Frente a ello, la donación en vida aparece como alternativa práctica. Donar permite ordenar el traspaso de bienes y evitar pleitos futuros, pero también implica pagos inmediatos de derechos y, en algunos estados, impuestos locales que pueden ser más onerosos que heredar. La decisión depende de cada familia, de los bienes involucrados y de la planeación patrimonial, pero en cualquier caso conviene buscar asesoría legal, fiscal y también psicológica.

La gran pregunta es si heredar es una bendición o una carga. La respuesta no depende de la cantidad recibida, sino de la preparación de los herederos. Cuando no existe educación financiera ni disciplina personal, la herencia se transforma en un peso: genera dependencia, alimenta rivalidades y desaparece con rapidez. En cambio, cuando las personas se forman en la autosuficiencia y el manejo responsable de los recursos, el dinero heredado se convierte en semilla para proyectos que trascienden generaciones. Al final, la herencia más valiosa no está en los bienes materiales, sino en la capacidad de cada individuo para generar riqueza, tomar decisiones responsables y vivir con libertad financiera.

*Maestro en Administración de Negocios en el área de Finanzas

Psicólogo Organizacional

Fundador de Psicología Financiera