A rescatar a policías municipales
Kamikazes resilientes de Sinaloa
Cada ataque a policías de Sinaloa con consecuencias letales, como el sucedido ayer en Culiacán ante la mirada y el miedo de cientos de estudiantes que realizan sus cursos propedéuticos en la Preparatoria Emiliano Zapata de la Universidad Autónoma de Sinaloa, acorta la cuenta regresiva para que las autoridades federales, estatales y municipales diseñen el plan que reduzca los riesgos de elementos de la fuerza pública en operativos de protección a los ciudadanos. Por cada agente sacrificado, el ultimátum consiste en ofrecerles a los caídos mucho más que redobles de tambores y pases de lista.
Las instituciones de seguridad y protección, sobre todo quienes las dirigen, son notificadas en cada caso de policía asesinado de la emergencia de blindar el quehacer en las direcciones de seguridad pública y tránsito en los municipios para cortar de tajo la secuencia aciaga de las pérdidas de efectivos mediante la violencia. Vaya, ni siquiera ha sido instalada una Comisión de Seguimiento que estudie el fenómeno y acompañe a los huérfanos y las viudas.
Igual que el Ejército, Marina y Guardia Nacional, las corporaciones estatales y municipales han sentido el duro golpe que significa ver morir a sus compañeros a consecuencia del conflicto armado al seno del Cártel de Sinaloa. Pero la diferencia por zanjar está en cuestión de respuesta institucional, el entrenamiento bélico y el acceso a sistemas de amparo y certidumbre, que es lo que sostiene el compromiso con la sociedad.
Quizás esto sea atribución del Congreso del Estado al incluir en el paquete de leyes para tiempos de guerra una serie de protecciones y prestaciones para los policías, específicamente en salarios, seguros de vida, ayuda psicológica, capacitación, apoyo jurídico y protocolos para eludir riesgos de muerte. ¿Puede morir un hombre o mujer policía con la plena tranquilidad que le da la seguridad de que el Estado sacará adelante a la familia que queda en desamparo? ¿Cuentan los ayuntamientos con un plan efectivo de prevención de riesgos laborales para policías?
Los y las integrantes de las policías municipales han sido más víctimas de las balas del crimen organizado que los efectivos de otras corporaciones estatales y federales, lo cual no deja lugar a dudas de la situación de vulnerabilidad numérica, táctica y de infiltración. La delincuencia ha acabado con la vida de al menos 20 elementos de las DSPyTM, en funciones o fuera de servicio, desde el 9 de septiembre de 2024 a la fecha, dato que también revela el tamaño de las medidas de protección a implementar para protegerlos del narco que los caza quién sabe con qué fines y por qué con tan excesiva saña.
El Gobierno de Sinaloa ni el de México poseen la investigación a fondo que devele los motivos por los que el narcotráfico realiza la embestida mortal contra los policías locales, en menor grado contra los que pertenecen a la Estatal Preventiva y en gran medida contra los que sirven en los municipios. A pesar de que existen bastantes hipótesis que en suma apuntan a la corrupción, se trata de meras conjeturas sin soporte probatorio, en gran parte archivos militares que trazan barreras de suspicacias entre lo castrense y lo civil y que no son de ahora sino desde décadas atrás.
Tampoco cuentan las autoridades de los distintos niveles con la estrategia para que los policías realicen sus funciones con criterios de máxima seguridad en el desempeño de sus labores ni la certidumbre de que si ellos mueren en el cumplimiento del deber sus familias serán económicamente guarecidas. El descuido queda a la vista con atrasos como el hecho de mandarlos a la vigilancia y patrullajes de manera individual o en pequeños grupos. Y que al fenecer los convierten en números incorpóreos, kamikazes resilientes, presuntos responsables de causar sus propias tragedias.
Sin embargo, las bajas en las filas de la seguridad pública apremian a humanizar el trabajo de policías de carne y hueso que en su mayoría dan ejemplos de heroísmo, incorporándolos a esquemas de avituallamiento estratégico y de ingresos y seguridad social adecuados, aparte de restablecer el reconocimiento social que se ha perdido entre el humo de choques armados y utilización de artefactos explosivos.
En fin, el saldo letal que afecta a las corporaciones municipales lo menos que puede propiciar es que se sienten las autoridades federales, estatales y municipales asignadas a la seguridad pública a establecer operaciones interinstitucionales para quitar a los policías de la mira bajo la cual los tiene la delincuencia vertebrada. Que las vidas ya segadas sirvan para sensibilizar en el cuidado a los que prosiguen indemnes.
Nunca demos por buenos los días,
Cuando nos despierta cada alba,
Con disparos de balas de salva,
Que son adioses a policías.
A la vez que profesores y estudiantes interrumpieron el proceso de inducción para nuevo ingreso en la prepa Zapata de la UAS, desalojando el plantel para ponerse a salvo, la directora de la organización Mexicanos Primero Sinaloa, Nuria González Elizalde, sostuvo la apuesta de que la educación debe ser el eje de acciones gubernamentales que contribuya a la prevención de la violencia y construcción de paz positiva. Por cierto, a este propósito contribuyó Ángel Leyva, director de Investigación de MPS, al presentar el estudio “Voces desde el aula. La Nueva Escuela Mexicana en la experiencia docente”, que demuestra que a los maestros se les distrae asignándoles tareas administrativas en vez de concentrarlos en lo esencial que es la enseñanza de buena calidad.